Anastasia

Kösem

"Crecer es descubrir que puedes quererlo todo pero no puedes tenerlo todo."
Santiago Pajares

Iba caminando por los pasillos del palacio, dispuesta a salir después de mandar matar a Iskender.

Había sido un golpe duro descubrir que todo había sido por su culpa.

- Sultana - yo, Nur y Beyhan, que me seguían nos giramos sorprendidas. Al final del pasillo, las pequeñas Sultanas Ayşe y Gevherhan me observaban - Ayúdenos, por favor.

Frunzo el ceño sin saber a que se refieren, cuando la mayor de las hermanas tira de alguien. En el pasillo aparece la tercera hija de Kösem, Atike, que tiene el rostro morado. Las chicas y yo nos acercamos corriendo y yo me agacho junto a las niñas.

- ¿Qué os ha sucedido? - pregunto, apartándole el pelo castaño a Atike, que tiene la cara llena de moratones. Ayşe y Gevherhan también tenían algunas heridas en la cara.

- Nuestro hermano Bayezid, la Sultana siempre le deja hacerlo - responde Gevherhan, susurrando- Ayer Atike se comió un dulce que él quería.

Kösem.

Puedo sentir la furia recorrerme las venas mientras miro a las pobres niñas. A pesar de haber nacido siendo princesas tenían un destino bastante desgraciado: una madre que no las quería y un hermano que era más malo que el diablo. Yo me giro a mirar a las chicas y les hago un asentimiento.

- No pasa nada, tranquilas - digo, abrazando a Atike - Vuestro hermano ya no os hará nada.

- Gracias Sultana - responde Ayşe - ¿Podemos irnos con vos?

- Por supuesto que si Ayşe - respondo y las tres niñas sonríen- ¿Dónde están vuestras hermanas pequeñas Hatice y Handan?

- Están en la habitación de la Sultana Kösem - responde Gevherhan- Aunque ella está en el Consejo y Bayezid en clases.

Yo asiento y les indico a Nur y Beyhan que se lleven a Atike y Gevherhan, aunque Ayşe insiste en acompañarme. La niña y yo caminamos, y la tristeza en los ojos de la pequeña hace que me detenga unos segundos, entrelazando nuestras manos, sacándole una sonrisa.

- Ojalá hubierais sido vos mi madre y no la Sultana Kösem- las palabras de Ayşe hacen que mi endurecido corazón se ablande un poco. La niña tiene once años y había tenido que soportar ser hija de Kösem durante todo este tiempo.

- La familia puede elegirse Sultana Ayşe - respondo - Porque alguien te dio la vida no significa que le debas lealtad.

- Gracias por ayudarnos, aún después de lo que la Sultana Kösem ha hecho - continua Ayşe.

- Jamás os culparía- respondo, balanceando nuestras manos entrelazadas adelante y atrás, como hacía cuando iba a pasear con mi abuela.

Y era cierto, jamás les haría daño, por muy hijas de Kösem que fueran.