Funeral

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"A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en el mismo ataúd."
Alphonse de Lamartine

30 de septiembre de 160412:30

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30 de septiembre de 1604
12:30

Camino a toda prisa por los pasillos del palacio, ya que hacía unos segundos, apenas salir del Consejo; Jilakar se había acercado a mí corriendo, avisándome de que una catástrofe se había desarrollado en el harén.

- Jilakar repíteme que ha ocurrido - le pido al eunuco, mientras aparto a la gente que hay delante de mí.

- No lo sé exactamente, su Majestad - responde el eunuco- la señorita Afife simplemente me ha ordenado que viniera a buscarlo tan pronto como saliera del Consejo.

Ambos aceleramos el paso, y cuando pasamos por el harén, veo en el suelo a una de las criadas de Defne, Turhan, rodeada de unas concubinas y dos Âgas, que se levantan y hacen una reverencia. Yo frunzo el ceño pero continuo el camino hacia los aposentos de Defne.

Allí, la escena parece aún peor. En la entrada de la puerta hay una reunión de Âgas, concubinas y criadas, todas con caras de miedo y tristeza. Aunque lo que más destaca es el llanto que hay en todas sus caras.

Y entonces, escucho el grito más desgarrador que jamás había llegado a mis oídos. Siento la piel de mis brazos erizarse ante el dolor que transmite el sonido, y casi no me atrevo a acercarme a la fuente de este.

Sin embargo, hago acopio de todo mi valor para dar un paso en la escena. A cada paso que doy, siento como una especie de presión se instala en mi pecho y lo aprieta con fuerza. Después, una quemazón en la muñeca y con cuidado observo como uno de los pétalos de la flor que tengo en la muñeca desaparece.

- Su Majestad - las palabras de la señorita Afife me despiertan del trance en el que estaba - Déjela.

Al principio no comprendo el significado sus palabras, hasta que por fin cruzo el umbral de los aposentos de Defne. A los pies de la cama, estaban los cinco niños que Defne había acogido, llorando en el suelo, mientras se abrazan entre ellos. Algunas de sus criadas también están allí, sosteniendo a nuestros tres hijos y a la pequeña Leyla, y todos se añaden a los llantos de los niños. Pero la figura más prominente es la Defne, arrodillada en el suelo, mientras llora con desesperanza, al tiempo que mece en sus brazos el pequeño cuerpo de Huricihan.

- ¿Qué está pasando? - susurro.

Todos se levantan y me hacen una reverencia cuando escuchan mi voz, bueno, todos excepto Defne, que continua llorando sobre lo que supongo que es el cadavér de la niña de ocho años.

- Fuera - ordeno.

Todos asienten débilmente, y aunque intentan protestar, obedecen la orden. Yo me acerco a Defne, que se aferra al cadáver con todas sus fuerzas. Con cuidado la abrazo, aunque siento su resistencia a mis brazos. Poco a poco, voy separando los brazos de Defne del pequeño cuerpo inerte de Cihan, aunque ella se resiste con todas su fuerzas.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora