Sirin

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''A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd.''
Alphonse de Lamartine

'' Alphonse de Lamartine

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3 de junio de 1604
4:51

Miro a Sulfikar con el terror impreso en la cara.

- Pa, parece ser que el fuego se originó en los aposentos de la Sultana Defne - dice Sulfikar, agachando la cabeza.

- ¿Y cómo es que nadie se dio cuenta? - pregunto a voz de grito.

- Al parecer una de sus criadas estaba enferma, así que la Sultana había mandado a sus criadas a hacerle compañía- explica Sulfikar.

Yo entonces miro a la fila donde están las Sultanas. Mi hermana, mi abuela y las otras cuatro Sultanas se mantienen juntas y tienen cara de miedo. A su lado están las criadas de Defne: los dos niños que la habían acompañado, la chica enferma, una nodriza que sostenía a Leyla y Beyhan, que intentaba tranquilizar a los niños.

¿Espera, y Sirin?

- ¿Sulfikar? - lo llamo.

- ¿Sí su Majestad? - pregunta en respuesta.

- ¿Dónde está la otra criada de la Sultana Defne? - pregunto.

- ¿Se refiere a Sirin? - pregunta el hombre.

- Sí - contesto - ¿Por cierto, cómo conoces su nombre?

- La Sultana es muy amable con los soldados, su Majestad, y organizaba fiestas y encuentros para alegrarnos a todos - contesta Sulfikar.

Esas palabras no pueden evitar que mi corazón se retuerza.

- ¿Y dónde está? - pregunto otra vez.

- No lo sé - contesta - Como las criadas de la Sultana Defne salieron con tanta prisa, no se dieron cuenta de que Sirin no estaba hasta llegar a un lugar seguro.

- ¿Quién más ha desaparecido? - pregunto, mirando las llamas que danzaban en el edificio a unos metros de mí.

Espero que Allah nos conceda una lluvia para apagar este desastre.

- Algunos criados y la Sultana Defne - responde Sulfikar, cuando un chico moreno aparece corriendo.

Lo reconozco como el soldado de la cueva que había pasado la noche protegiendo a la Sultana, que en cuanto me ve se detiene y hace una reverencia.

- Su Majestad - murmura, con la cabeza gacha.

- ¿Qué ocurre? - le pregunta Sulfikar, pero el chico mantiene la boca cerrada.

- Habla - le digo, y el chico asiente.

- No encuentro a Iskender por ninguna parte - dice el chico moreno a toda prisa.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora