Ömer

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''Tras la conducta de cada uno depende el destino de todos."
Alejandro Magno

El silencio gobierna la cubierta del barco durante unos segundos, siendo solo roto por el rumor de las aguas heladas del Mediterráneo

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El silencio gobierna la cubierta del barco durante unos segundos, siendo solo roto por el rumor de las aguas heladas del Mediterráneo. Yo me limito a clavar mis pupilas en unos ojos azules como el hielo que jamás creí volver a contemplar.

- ¿Mi capitán? - Alfred rompe el silencio, mirándonos alternativamente como si estuviera en un partido de ping-pong.

Separo la mirada de Ömer cuando siento un tirón en mi vestido helado. Es Osman, que agarra la tela del vestido azul con fuerza, mientras que con la otra mano agarra a Oscar.

- Sultana - susurra, mirándome asustado.

Un sonido se oye en la cubierta y todos los marineros miran sorprendidos a su capitán, que tiene una rodilla hincada en el suelo y la cabeza gacha. Alfred pestañea sorprendido mientras mira a su capitán con el ceño fruncido.

- El destino ha hecho que volvamos a encontrarnos Sultana - dice Ömer, aún con la cabeza gacha.

- Levántate Ömer- respondo yo, haciendo que el chico se levante. Después, el chico se acerca, y se detiene, pidiendo mi bendición. Yo le ofrezco la mano, que él besa y pone en su frente.

- Mi Sultana, estoy a su servicio - dice el chico, a lo que yo asiento.

Alfred nos mira confuso mientras Ömer se retira y se queda con la cabeza gacha.

- Adrien, ¿quién es esta mujer? - pregunta el segundo a bordo del barco, resumiendo las preguntas de toda la tripulación.

- Todos os acordáis de cuando fui secuestrado por los otomanos - dice Ömer, y los hombres del barco asienten - Ella fue quien convenció al Sultán de que perdonara mi vida.

Alfred me lanza una mirada sorprendida, junto al resto de hombres de la tripulación. Supongo que mi apariencia ahora mismo, sucia y desaliñada después de pasar tanto tiempo en el barco, no concordaba con la imagen que posiblemente tendrían de mí.

- Tengo hambre mamá- susurra Osman, rompiendo la intensidad del momento.

Eso parece despertar a la tripulación del trance en el que parecía estar, puesto que Alfred se apresura a indicar la puerta por la que Ömer había salido.

- Por aquí Sultana - dice, señalando la puerta - Supongo que estaréis helados y hambrientos.

Yo asiento, y lo sigo, llevando a cada uno de los niños de la mano.

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AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora