Anastasia

La Sultana Esra

''Si llevas tu infancia contigo, nunca envejecerás''
Tom Stoppard

Suspiro mientras llego a la pared de piedra, y toco todo lo posible hasta encontrar una suelta, que abre la pared y salgo al pasillo del palacio.

Afortunadamente nadie me ha visto

- Nasia - dice la voz de Sirin. Yo me giro con la gata en brazos - Llevo buscándote un buen rato, date prisa.

- ¿Porqué? - pregunto mientras me acerco a ella, que hace señas para que vaya más rápido.

- La Sultana Esra se ha caído del caballo y lleva pidiendo tu presencia media hora - responde la rubia mientras me coge y empieza a correr.

Pronto llegamos a los aposentos de la Sultana Handan y Sirin llama a la puerta.

- Adelante - dice una voz desconocida.

Nos abren la puerta y ambas entramos en la estancia y hacemos una reverencia, entonces la gata salta de mis brazos.

- ¡Elizabeth!- dice la voz que nos ha dejado entrar. Yo levanto un poco la cabeza.

La gata está ahora en el regazo de una mujer mayor, vestida ricamente y con una corona de diamantes. La Sultana Safiye, la abuela de Ahmed.

Es menos imponente de lo que creía por su reputación.

La Sultana Handan sale en ese momento de una de las puertas que hay al lado de su cama y nos ve.

- ¡Ayşe! - exclama la Sultana Handan con cara enfadada - ¿Donde estabas? La Sultana Esra lleva preguntando por ti mucho rato.

- Perdóneme mi Sultana - digo haciendo una reverencia y agachando la cabeza. - Me he perdido.

- Déjala en paz Handan - dice desde su asiento la Sultana Safiye.

Todas nos quedamos atónitas, ¿como le habla así a la Sultana?. Handan la mira mal y luego vuelve a centrar su atención en mí.

- Ve con la Sultana - me ordena y yo asiento y entro corriendo.

En la sala está la Sultana Esra recostada en su cama. A su lado se encuentran sus hermanas: Ayşe  y Şah, junto a la Daye* de las niñas.

- Ayşeeee - dice la pequeña recostada.

Yo hago la reverencia de rigor y me acerco a la cama de la pequeña Sultana.

- ¿Está bien, mi Sultana? - le pregunto.

- No - responde mientras hace un puchero - Me he caído del caballo.

- Pero usted es una Sultana muy fuerte - le digo - Seguro que no ha sido nada.

- Tengo una herida - dice, mientras me señala su rodilla. - ¿Se curará, Ayşe?