Huye

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"El retirarse no es huir, ni el esperar es cordura cuando el peligro sobrepuja a la esperanza."
Miguel de Cervantes

Me levanto de la cama, mientras la doctora guarda sus instrumentos en el maletín

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Me levanto de la cama, mientras la doctora guarda sus instrumentos en el maletín. Beyhan, Fatma y Ece, que están conmigo, miran a la mujer ansiosas.

- ¿Y bien? - pregunta Beyhan, con una ceja levantada.

- Enhorabuena mi Sultana - dice la mujer - Vuelve a estar encinta.

Yo me llevo una mano a la cabeza, y respiro con nerviosismo. Hacia solo seis meses que había dado luz a Orhan, no podía creerme que estuviera embarazada otra vez. Las chicas me felicitan, aunque yo solo puedo pensar en como voy a hacer esto.

- Debe informárselo enseguida a su Majestad - dice Ece, dando palmaditas de emoción.

- Hoy la Sultana Halime y la Sultana Dilruba parten hacía Egipto - reflexiono - Se lo infomaré después, hasta entonces no digáis nada a nadie. ¿Entendido?

Ellas asienten y la doctora, tras un asentimiento y una reverencia, se retira de la sala. La mañana pasa tranquila, hasta que un Âga viene a avisarme de que ya es hora de despedirnos de las Sultanas Halime y Dilruba.

Las chicas me colocan las joyas y una corona de esmeraldas, enganchada a un velo marrón, y yo, seguida de Beyhan y Nur que llevan a los niños, me dirijo a los aposentos de Ahmed. Al parecer somos los últimos en llegar, y todos hacemos una reverencia.

- Su Majestad - digo, y los niños me imitan. Ahmed se acerca y coge de mis brazos al dormido Orhan.

- Ven Defne, colócate aquí, detrás de mis hermanas - dice meciendo a Orhan - Murad, Mehmed, Mihrimah, vosotros poneos al lado de vuestra madre.

Con rapidez me coloco al lado de la Sultana Ayşe, notando las miradas de odio que las hijas de la Sultana Handan me envían. El malestar que las Sultanas Şah, Esra y Ayşe tenían por mi había aparecido seis meses atrás, cuando Ahmed decidió confinar a su madre por atacarme.

Las Sultanas me echan la culpa de esto, aunque es su hermano el que tomó esa decisión.

Últimamente habían estado muy molestas, intentando hacerme daño de maneras bastante ridículas, dado que la mayor de las hermanas sólo tenía doce años. Sin embargo, la lealtad que sentían por su madre era casi enfermiza, aunque en esta época la llaman envidiable.

Aunque las caritas más tristes de la sala son las de Mustafá y Hatice, que se tendrían que separar de su madre y hermana. Me sentía algo mal por ellos, pero había sido lo máximo que podía hacer ceder a Ahmed con respecto a su hermano. La otra opción era que terminara muerto.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora