Luchar

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''Lo que cuenta no es la fuerza del cuerpo, sino la fuerza del espíritu''
J.R.R. Tolkien

La cena había ido mucho mejor de lo que esperaba, tal vez por la presencia de Ahmed, puesto que todos debíamos mantener una compostura falsa, cuanto menos delante del Sultán

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La cena había ido mucho mejor de lo que esperaba, tal vez por la presencia de Ahmed, puesto que todos debíamos mantener una compostura falsa, cuanto menos delante del Sultán.

Las conversaciones se habían mantenido en el rango de:' ¿Está usted bien en la capital?','Es un honor que nos acompañe hoy', 'Ha sido una sorpresa', 'Que Allah lo mantenga con nosotras'.

Blah, blah, blah, todo preguntas vacías por mujeres que, durante los largos cuarenta minutos que habían pasado con ellas, parecían una cáscara vacía.

No sabéis la alegría que sentí cuando Ahmed dio por terminada la cena (tortura, ejem, ejem) y pude volver a mis aposentos, donde los niños me esperaban. Me sentía mal por que no pudieran acompañarme durante la cena, pero técnicamente no eran parte de la familia real, así que no podían sentarse en la mesa con nosotros.

Hoy debíamos prepararnos para la partida de Ahmed hacía la capital. Yo estaba sentada tranquilamente leyendo uno de los libros de la biblioteca del palacio de Bursa, que la señorita Afife me había traído amablamente, cuando alguien llama a la puerta.

- Sultana - dice Beyhan, haciendo una reverencia tras entrar en la sala. - Su Majestad la espera en el salón principal.

Yo asiento, y me levanto, dejando el libro en la mesita que tenía al lado. Beyhan se aproxima y me da una vuelta, asegurándose de que todo está correcto y ningún cordón se ha desatado. Después me coloca una pequeña diadema con piedrecitas moradas, a la que engancha un velo morado pastel, como mi vestido.

- ¿Porqué ha solicitado una audiencia con su Majestad, Sultana? - pregunta Beyhan, sin poder aguantarse la curiosidad - ¿No está la Sultana enfada con él?

- Sigo enfadada - respondo - pero quiero hacer algo y lamentablemente necesito el permiso de su Majestad para hacerlo.

Beyhan asiente y me abre las puertas. Ambas caminamos a través de los pasillos del que se supone que sería mi hogar a partir de ahora. Por fin llegamos al salón principal, donde las chicas de su exterior abren las puertas y hacen una reverencia.

- ¡Atención,Haseki Ayşe Defne Sultán Hazretleri! - siento extraña la voz de Beyhan anunciar mi llegada.

En el interior de la habitación había dos personas: Ahmed y su hermana pequeña, Nilüfer. Beyhan y yo hacemos la reverencia que nos corresponde, tras la cual Ahmed hace una señal para que me acerque.

- Su Majestad, Sultana - digo, volviendo a doblar las rodillas ante ellos.

- Puedes irte Nilüfer- dice Ahmed, haciéndole una señal a su hermana.

Esta asiente, hace una reverencia ante su hermano, y sale de la sala, mientras todos hacemos una reverencia. Después Ahmed despide a las otras personas de la sala, que salen de esta sigilosamente.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora