1a NOVELA de la Saga: Las Hermanas
El único deber que tenemos con la historia es reescribirla.
Oscar Wilde.
Nunca mejor dicho
#1 ella (27/02/2021 - 30/03/2021)
#1 otomano (21/07/21 -
''Se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás.'' William Faulkner
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Hadgi me espera en el exterior y se apresura a salir corriendo después de mí en cuanto salgo de los aposentos de Ahmed. El eunuco no se atreve a pronunciar una palabra mientras caminamos por los pasillos del palacio.
En un abrir y cerrar de ojos, entro en una sala del palacio y acorralo a Hadgi contra la pared, sujetándole la garganta con más fuerza de la que creía que tenía.
- Su, su, sul - intenta farfullar Hadgi.
- ¿CÓMO? - le chillo, y yo creo que si pudiera, me saldría humo hasta por las orejas.
- Qu.. - Hadgi intenta volver a hablar, pero mi mano sobre su garganta impide que las palabras salgan por su boca.
Estúpido.
Con desdén suelto a Hadgi, que cae al suelo mientras toma grandes bocanadas de aire y se frota la garganta. Con miedo, se levanta lentamente en el suelo y me mira temeroso.
- ¿Qué ha ocurrido, Sultana? - pregunta Hadgi, con la voz melosa, cómo si quisiera relajarme.
- ¿Qué ha ocurrido? - le pregunto - ¡Ah!
- Sultana - llama Hadgi - No se que ha ocurrido.
- Su Majestad - siseo - Su Majestad se ha enterado del secreto de la Sultana Fahriye.
Hadgi se lleva las manos a la boca, y puedo ver en sus ojos la gran sorpresa que le invade, una sorpresa real.
Él no es el traidor.
- ¿Cómo ha podido ocurrir tal cosa, Sultana? - pregunta Hadgi.
- Ha sido por culpa de Kösem- contesto - Esa cara de guanabana se lo ha dicho a su Majestad.
- ¿Cara de guanabana? - pregunta Hadgi confuso.
Joder señor, déjame a mi y a mis putas referencias.
- Cállate Hadgi - mascullo y el eunuco obedece. Lentamente me pongo a caminar por la habitación arriba y abajo, cuál leon enjaulado.
- Sultana, ¿cómo consiguió Kösem convencer a su Majestad de tal cosa? - pregunta débilmente Hadgi.
- Con pruebas, Hadgi, con pruebas - respondo - Su Majestad tenía el frasco que en su momento contuvo la enfermedad.
Entonces Hadgi me mira con los ojos bien abiertos, y se tura al suelo de rodillas.
- Le juro por Allah que yo jamás la traicionaría Sultana - solloza el hombre.
- Levántate anda, ya se que tú no eres - digo, y el eunuco se levanta con rapidez.