Jasper y Dash

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"La autoconservación es el primer principio de nuestra naturaleza."
Alexander Hamilton

Cuando los recuerdos dejan de aparecer en frente de mí, las lágrimas se acumulan en mis ojos, y caen por mis mejillas, mientras intento que en mi cabeza la idea de que jamas volvería a ver a Sirin

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Cuando los recuerdos dejan de aparecer en frente de mí, las lágrimas se acumulan en mis ojos, y caen por mis mejillas, mientras intento que en mi cabeza la idea de que jamas volvería a ver a Sirin.

No era la primera vez que perdía a alguien. Mis abuelos habían muerto durante los dieciséis años de vida que habían estado en el siglo XXI. Pero siempre que alguien te deja, un pequeño hueco se abre en el corazón, y jamás vuelve a llenarse.

- ¿Está bien, Sultana? - la pregunta de Iskender hace que me despierte de mi trance.

Meneo la cabeza y miro a Iskender.

- Sí, solo tengo frío- contesto, pasándome las manos por los brazos, en un intento de entrar en calor.

Iskender suspira, y se levanta a duras penas del suelo. Se quita la mojada chaqueta, y me la pone encima de los hombros, quedándose él solo en camisa. Yo intento devolverle la ropa, pero el me detiene.

- No, Sultana - dice, posando sus manos en mis hombros manteniendo el abrigo donde estaba - Si nos encuentran y os habéis resfriado, me cortarán la cabeza.

Yo miro al chico, y asiento.

- Voy a buscar algo de leña para encender el fuego, vos quedaos aquí- me dice y yo asiento - en un bolsillo hay una daga, por si la necesitáis.

Antes de que pudiera responder, el chico ya se ha marchado había la inmensidad del bosque. Yo suspiro y recoloco mejor la chaqueta, para que me cubra lo mejor posible. Después intento levantarme, pero todo tipo de cosas se clavan en mis desnudos pies.

Mis zapatillas han debido ser arrastradas por la corriente.

Apesar del dolor en las plantas de mis pies, hago el esfuerzo de levantarme. Me balanceo y estoy a punto de caer, pero al final consigo equilibrarme, acercándome al agua, a ver si por casualidad mis zapatillas estaban cerca.

Tras buscar un rato, desisto en mi búsqueda, fallida por supuesto, y me siento en la orilla. Así pues, aburrida como estoy, me dedico a rebuscar entre los bolsillos del abrigo de Iskender.

Su único contenido es la daga y un pequeño saquito con algunas monedas.

¿Qué haremos sin dinero?

Entonces, una idea me llega a la cabeza y sonrío llevándome la mano al cuello. Sin embargo, el collar del tulipán, que llevaba la noche del incendio, no está ahí.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora