Promesas

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''La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio.''
Cicerón

Espero todo lo pacientemente que puedo sentada en sillón a la aparición de Hadgi y Cennet

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Espero todo lo pacientemente que puedo sentada en sillón a la aparición de Hadgi y Cennet. Después de lo que me parecen siglos (probablemente solo hayan sido unos minutos) la puerta suena desde el exterior.

- Adelante - contesto.

Las puertas se abren y las figuras de Nur, Hadgi y Cennet entran por ellas. Los tres hacen una reverencia y yo hago un gesto a Nur para que se retire. Hace una reverencia y obedece mi orden, mientras ambos cuidadores del harén la miran irse por la puerta.

- Sultana - dice Hadgi acercándose con un tono alegre.

Sin embargo, su expresión contenta cambia en cuanto me ve el rostro. Cennet también se acerca y su cara, junto a la de Hadgi, pasan a la más absoluta preocupación.

- ¿Qué ocurre Sultana? - pregunta Cennet.

- ¿Cómo que que ocurre? - siseo, casi temblando de ira.

- Sultana, a - intenta empezar a decir Hadgi.

- NO OS DIJE QUE NADIE DEBÍA VISITAR AL SULTÁN SIN QUE YO ME ENTERARA - les grito.

Ambos retroceden, asustados.

- ¿ACASO NO SOIS MIS CONFIDENTES EN EL HARÉN? - sigo - ¿CÓMO HABÉIS PERMITIDO QUE PASE?

- Sul, Sultana, no sabemos a que se refiere - murmura Cennet, en un tono suave.

Mi mirada asesina hace que se calle y baje la cabeza.

- No pongas excusas Cennet - contesto - Alguno de los dos debía saberlo y no me lo ha dicho. Así pues, confesadlo antes de que me enfade aún más.

- Yo, yo si lo sabía- murmura Cennet.

- Yo también- admite Hadgi.

SEÑOR DAME PACIENCIA PORQUE SI NO, LOS MATO.

Entonces, ambos criados se tiran a mis pies.

- Lo lamentamos Sultana - piden - Perdónennos.

- ¿Y qué consiguería si lo hiciera? - les pregunto - Habéis probado vuestra incompetencia, así que no me resultaría muy difícil reemplazaros.

- Sultana, por favor - pide Hadgi.

- Os podría cortar la cabeza por esto ¿sois conscientes? - replico, y ellos me miran con temor - Soy una persona y puedo sentir empatía, pero no soporto la incompetencia.

- Lo lamentamos mucho, Sultana - dice Cennet - Pero no podíamos hacer nada.

Yo la miro con una ceja levantada.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora