Perdida

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''Vale más actuar exponiéndose a arrepentirse de ello, que arrepentirse de no haber hecho nada.''
Giovanni Boccaccio

26 de marzo de 160423:00

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26 de marzo de 1604
23:00

Situado desde el balcón, observo las luces de Estambul y como los últimos barcos llegaban al puerto gracias a la luz de la luna, que se mostraba con todo su esplendor.

Una sensación extraña me recorría el cuerpo y no podía parar de pensar en el mensajero que al día siguiente debía llegar con las noticias de la llegada a salvo de Defne al palacio de Bursa.

Suspiro, y una sensación de enfado me invade.

¿Porqué aún la quiero? ¿Porqué no puedo soportar la idea de que alguien le toque un pelo de la cabeza? ¿Porqué no esta mañana he tendido ganas de mandar a ejecutar a Iskender, solo porque ella lo mirara?

Esos pensamientos hacían espirales en mi cabeza, y me impedían dormir. Jilakar me había sugerido que tuviera compañía; pero algo en mí me decía que no era nada adecuado. Por otro lado, aún debía pensar en que hacer con la Sultana Fahriye.

La Sultana había cometido una traición imperdonable y tanto ella como su madre y marido no quedarían impunes de tal crimen. Ayer, cuando estaba dispuesta a enviarla al calabozo, una doctora me informo del estado en el que se encontraba mi tía.

Encinta.

Eso cambió mis planes, porque a pesar de su traición, el bebé que había en su vientre no tenía culpa alguna. Así pues ahora la Sultana Fahriye se encontraba encerrada en sus aposentos, mientras su marido, Dervish Pasha, en quien yo había confiado durante tantos años, estaba en las mazmorras, a la espera de su futura ejecución.

Sabía que la Sultana Safiye no se tomaría mi decisión de buena manera e intentaría interceder por su hija; pero mi decisión era definitiva.

Ella misma seguiría a Defne al exilio en los siguientes días.

Entro en la habitación, y los rayos de la luna iluminan una cosa situada en el escritorio. El collar de tulipán de Defne estaba allí, resplandeciente y quieto. Cada vez que lo miraba, la hipnótica mirada de la joven española aparecía frente a mí como si la tuviera justo delante. Me acerco al escritorio y cojo el collar.

Eres un símbolo de mi amor.

Un símbolo que sin embargo me ha sido devuelto y con la gran inteligencia que caracteriza a Defne, había realizado el sutil movimiento de devolverme el collar para dejarme claro que las palabras que había dicho acerca la pérdida de su amor por mí eran ciertas.

Con algo de tristeza, me siento en la cama y observo el collar, que refleja la luz de la luna y destella. Parece que mi cuerpo empieza a entrar en un estado de tranquilidad mientras miro las luces, hasta que un fuerte golpe en la puerte me despierta del trance.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora