Cada vez más cerca

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''Nuestra mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos.''
Confucio

Ahmed mira con curiosidad a los dos felinos que esta vez se mueven y se colocan en mi regazo, mientras yo les acaricio la cabeza

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Ahmed mira con curiosidad a los dos felinos que esta vez se mueven y se colocan en mi regazo, mientras yo les acaricio la cabeza.

- Caracales - murmura, señalando a los dos felinos. - ¿Cómo es posible?

- Iskender y yo los encontramos en el bosque - contesto - Se quedaron sin madre por mi culpa, así que decidí quedármelos.

- ¿En el bosque? - pregunta Ahmed, extrañado - que extraño, los caracales son originales del desierto.

Yo simplemente me limito a subir y bajar los hombros, mientras veo como los pequeños gatitos sacan sus garras. A decir verdad, su aspecto era bastante gracioso: de color marrón, con los ojos azules, largas orejas y bigotes, junto a patas largas.

Todo un depredador.

- ¿Quieres quedártelos? - pregunta.

- Sí - respondo.

- ¿Acaso sabes como cuidar de unos felinos como esos? Son expertos cazadores y pueden alcanzar a saltar hasta 2 metros - explica, mirando a los felinos - Son muy fáciles de domesticar y en Egipto los usan como halcones.

- ¿Para cazar? - pregunto sorprendida, y Ahmed asiente en respuesta. - Interesante, entonces no será difícil educarlos.

- ¿Planeas que se queden en palacio? - pregunta y yo asiento - ¿Con el permiso de quien?

- El mío- respondo, sonriéndole a los pequeños felinos.

La expresión de Ahmed es la más pura sorpresa por mi respuesta, no estando acostumbrado a que lo desafien. Entonces, una idea acude a mi mente.

- Iskender, ¿cómo está Iskender? - le pregunto.

La cara de Ahmed pasa a una expresión de disgusto.

- El Hudayi está cuidando bien de él - responde, con un tanto de enfado en la voz.

- ¿Seguro? - pregunto, bastante preocupada - No sé que le ocurrió a Iskender después de que se escapara.

- ¿Cómo es posible que en tu estado te preocupes más por un simple soldado que por ti mismo? - pregunta, irritado.

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