Victoria

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''Si hay victoria en vencer al enemigo, la hay mayor cuando el hombre se vence a sí mismo.''
José de San Martín

Suspiro nerviosa, mientras camino hacía los aposentos de la Madre Sultana

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Suspiro nerviosa, mientras camino hacía los aposentos de la Madre Sultana. Allí, la Sultana Handan, junto a sus tres hijas, me espera.

- Sultanas - digo, haciendo una reverencia.

- Defne - dice la Sultana Handan, avanzando la mano, que yo beso y pongo en frente - Hoy vas a representar a toda nuestra dinastía ante el embajador español, espero que no nos decepciones.

- Allah mediante no lo haré, Sultana - respondo, algo borde.

- Estáis preciosa Sultana - susurra la pequeña Esra, que ahora ya debía tener nueve años.

- Os lo agradezco Sultana Esra - contesto - Su Majestad escogió el vestido para mí.

En realidad, el vestido que llevaba era una pieza digna de museo. Estaba hecho de las mejores telas chinas y persas, de manga larga y color rojo, aunque lo más impresionante era que estaba casi en su totalidad engarzado con rubíes, diamantes, perlas y topacios.

Me da miedo saber la cantidad de dinero que debe costar este vestido.

En el escote reposaba el collar de tulipán de Ahmed, y de mis orejas colgaban dos rubíes, que tenían pequeños diamantes alrededor. Por último, mi cabello negro, que ya me llegaba a la cintura, estaba lleno, por orden de Ahmed, de las mismas piedras preciosas que decoraban el vestido. El último accesorio era una pequeña tira de perlas que decoraba como si fuera una corona.

- Solo te falta la corona - apunta la Sultana Şah, y yo la miro algo extrañada.

- ¿No la llevo puesta ya? - pregunto, tocando la diadema de perlas y la Sultana Handan suelta una pequeña risita.

- Por supuesto que no - dice la Valide - Anda ve, su Majestad te estará esperando.

Yo asiento y tras hacer una reverencia salgo de la habitación, y seguida de Nur, Beyhan y Hadgi me acerco a los aposentos de Ahmed. Allí, Iskender y Sulfikar me esperan en la puerta y hacen una reverencia.

- Estáis muy hermosa mi Sultana - dice Sulfikar y Iskender asiente - Adelante, su Majestad la espera.

Yo siento las puertas de los aposentos de Ahmed cerrarse detrás de mí, y veo al Sultán parado en medio de la habitación, al lado de una mesita con algo tapado. Yo hago la reverencia pertinente y Ahmed me indica que me acerque.

- Estás espléndida Defne - dice Ahmed, haciéndome dar una pequeña vuelta - Aunque falta un pequeño detalle.

- La corona - respondo yo, y él asiente.

Con cuidado, destapa el elemento que había en la mesita de su lado. Yo observo perpleja la corona dorada que tengo delante de mí, y Ahmed sonríe con felicidad.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora