Un año

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''Qué insensato es el hombre que deja transcurrir el tiempo estérilmente''
Goethe

Veo los copos de nieve descender en el cielo, mientras el frío invernal se cuela por los pequeños agujeros de la puerta del balcón

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Veo los copos de nieve descender en el cielo, mientras el frío invernal se cuela por los pequeños agujeros de la puerta del balcón. Sentada en el sofá, oigo como llaman a la puerta.

- Adelante - mis palabras salen sin mirar a la puerta.

- Mi Sultana, Allah nos ha escuchado - la voz de Cennet me sorprende y me giro a mirarla - Su Majestad ya ha regresado a la capital.

- ¿Su Majestad ya está en palacio? - pregunto y Cennet niega.

- No, pero la Sultana Handan ha avisado de que debéis preparaos ya para ir a recibirlo - contesta la Kalfa - Hace ya diez meses que no veis a su Majestad, desde que se fue a la guerra. ¿No estáis emocionada mi Sultana?

- Claro que si Cennet - contesto - Dile a Ece y a Beyhan que preparen a los niños.

- Enseguida Sultana - dice Cennet, sonriente- Le diré a Fatma y a Turhan que le traigan la corona y el velo Sultana.

Después desaparece por una de las puertas de mis aposentos, dejándome otra vez sola contemplando el clima invernal. Me quedo pensando en todas las cosas que habían pasado en el año.

Primero, la Sultana Fahriye había sido condenada a muerte por traición, y en el espacio de una semana se celebraron tres funerales: el de la Sultana Nilüfer, a quién encontraron en su habitación muerta, y como yo había planeado, todos creyeron la carta del supuesto suicido. Nadie excepto Hadgi, Nur y yo sabíamos que en realidad la Sultana no se había suicidado, sino que su criada, bajo mis órdenes la había matado.

El segundo funeral que se celebró fue el de la Sultana Selimiye, que tras enterarse de la muerte de su hija, decidió tomar su propia vida. Me sentía algo culpable por su muerte, pero yo no podía elegir las acciones de los demás.

El último funeral fue el de la Sultana Fahriye, que no se celebró con la misma opulencia que los otros dos, pero el ataúd de la Sultana igual desfiló por los pasillos del harén a hombros de los criados. El hijo de la Sultana Fahriye, el Sultanzade Mustafá (como lo había nombrado su abuela) fue enviado a vivir con su tía, Sivekar Sultan, la penúltima hija de la Sultana Safiye.

Sin ningún tipo de lazo ya con el palacio, Ahmed había enviado a la Sultana Safiye al Palacio de Lágrimas, el Antiguo Palacio, situado a las afueras de  Estambul. Había sido todo un alivio deshacerse de la presencia amenazadora de la Sultana, y junto a ella, las Sultanas Mihriban, Turhan y Nazpever también habían sido enviadas al Antiguo Palacio.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora