La luna y las colinas

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''El tiempo es el mejor autor; siempre encuentra un final perfecto''
Charles Chaplin

 ''El tiempo es el mejor autor; siempre encuentra un final perfecto''Charles Chaplin

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10 de enero de 2020.
23:15

Aire. Necesito aire. Espacio. Necesito huir.

Esos son mis únicos pensamientos mientras el ascensor baja las plantas. Miro mi reloj.

Ay, Nasia, ¿pero que has hecho?

En ese instante la voz del ascensor me indica que se abren las puertas. Enserio, ¿quién lo diseñó? Ya se que están abriendo.

Camino a paso rápido, intentando no tropezarme con mis propios pies. Porque aunque mi madre le disguste, sí que soy torpe.

Para mi desgracia, vuelvo a chocar con alguien. Hoy no es mi día. Levanto la vista para ver a la misma pareja de antes. Aunque esta vez, no hay rastro de mancha en la camisa del hombre.

Parpadeo. Miro la camisa. Sí, está limpia. Frunzo el ceño, ¿limpia? Si solo han pasado 5 minutos. ¿Y como han bajado tan rápidamente?

-Disculpa si te hemos causado problemas con tu familia -dice el hombre, mientras recoloca sus gafas.

Vuelve la tristeza.

- Oh, no pasa nada -respondo con la cabeza gacha. - Debería ser yo la que pide disculpas, le he estropeado la camisa.

En ese momento, la voz del ascensor anuncia su llegada.

-¡Ana! - gritan.

Reconozco la voz de Lia. Tengo que salir de aquí.

-Discúlpenme, pero tengo que irme - digo, tratando de apartarme.

En ese momento, la mujer me coge del brazo, obligándome a girar. Sus profundos ojos verdes claro me miran intensamente, y entonces, pasa una mano enguantada por mi mejilla.

- Las sultanas no lloran - dice mientras retira las lágrimas que caían.

La miro sin entender.

- ¡Ana! - la voz exhortante de Lia me llama.

Miro por encima de la mujer y veo a mis cuatro hermanas dirigiéndose hacia aquí.

-Perdón - murmuro, soltándome del agarre de la mujer, y corriendo a toda prisa hacia la salida del hotel.

Dejo atrás a la pareja, a la oficialmente he apodado como tarados, y huyo a la máxima velocidad, que mis más de siete años sin hacer deporte me permiten.

Respiro exhausta y me paro al lado de un árbol, y soplo, creyendo que he dejado atrás a mis hermanas.

- ¡Ana! - dice la voz de Addie a mi lado.

Creo que la he dejado sorda del grito. Pero eso le pasa por asustarme. Yo soy una firme creyente de la existencia del karma, aunque también creo que los jedis existen, pero eso es otro tema.

- Está aquí - le grita Addie a los árboles.

En unos pocos segundos, mis otras tres hermanas aparecen en escena. Las miro, de mayor a menor.

A Adelaide, que está a mi lado, y que luce su largo cabello negro de Rapuncel peinado como Sisí la emperatriz. Su vestido verde combina con el color de sus ojos. Aunque lo que más destaca es su collar, que lleva engastada una esmeralda, junto a una frase en alguna de las muchas lenguas en las que Addie es experta.

A Amelia, y a su pelo rubio, y sus precioso ojos marrones, que fundirían hasta al corazón más frío. Lleva un vestido rosa pastel, que haría a cualquiera parecer una magdalena. A cualquiera menos a la futura doctora Amelia. Su collar lleva engastado un topacio rosa, que brilla casi como ella.

A Anneliese, que lleva el pelo marrón en un moño digno de una artista como ella. El lapislázuli que cuelga de su cuello imita a la perfección el color de sus ojos. Su vestido blanco le da un halo de ángel, que a decir verdad, hace cierto el refrán de las apariencias engañan.

A Audrey, cuyo rubí brilla a la luz de la luna. A pesar de que solo tenga 15 años, creo que está lista para salir en la portada de la Vogue. Su piel, que ella se esfuerza en que esté morena, hace destacar más sus ojos, del mismo color que los Lizze, y su vestido rojo, ajustado, resalta un cuerpo que denota dedicación y ejercicio.

Y después, después me miro a mí. Miro el azabache que cuelga de mi cuello. Negro, como mi pelo, y, muy probablemente, mi futuro. Yo no soy especial, no como mis hermanas. Mis ojos no resplandecen, ni siquiera se puede distinguir su color. Mi vestido es ancho para ocultar el hecho de que mi cuerpo es grande, y según los estándares del siglo XIX, feo. No tengo ninguna habilidad que no sea la de memorizar cualquier cosa.

Suspiro. Ahora me viene otra reprimenda.

- ¿Estás bien Ana? -pregunta Lia, preocupada. Es la persona más dulce que he conocido jamás.

- Sí, todas sabemos que ya estoy acostumbrada - respondo.

- No está bien lo que te ha dicho mamá - dice Dree.

Levanto la cabeza sorprendida. Creo que por primera vez en mi vida, oigo a Audrey diciendo algo en contra de mamá. Addie me pasa la mano por la espalda, dándome su apoyo.

En ese momento siento, por primera vez en mi vida, que no estoy sola, y que mis hermanas están ahí para mí. Aunque, la felicidad suele durar unos pocos segundos.

- Sí lo es - replica Anneliese. Mis hermanas la miran sorpendidas. - Siempre eres una torpe y hoy era mi gran día. ¿No podías dejar de tratar de quitarme el protagonismo ni un solo día de tu vida?

Os lo dije, las apariencias engañan.

- ¡Anneliese! - gritan mis hermanas mayores.

Creo que jamás he sentido tanto dolor. Estoy acostumbrada a que mamá me trate mal, a que papá me ignore, y a que mis hermanas se lleven todos los aplausos. Pero esto es más de lo que mi corazón puede soportar. Así que me levanto, y corro.

- Si no lo puede aceptar, no es mi culpa - alcanzo a oir decir a Anneliese.

Vuelvo a oir a mis hermanas llamándome. Entonces, como la torpe que todos saben que soy, tropiezo con una piedra, y caigo colina abajo. Me protejo la cabeza como puedo, mientras eschucho a Adelaide, Amelia y Audrey llamarme.

Me golpeo la cabeza con un saliente, y miro la gran luna llena antes de que todo se vuelva negro.

Bueno, final del segundo capítulo, ¿ Que os ha parecido? Nasia se acerca cada vez al comienzo de su historia

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Bueno, final del segundo capítulo,
¿ Que os ha parecido? Nasia se acerca cada vez al comienzo de su historia

Espero que estéis bien y a salvo en vuestras casitas.❤️

Con amor,
L

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora