El azabache

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"No se puede ganar una guerra como tampoco se puede ganar un terremoto."
Jeannete Rankin

Sonrío tras el baño de agua caliente y la comida mientras vuelvo en dirección a la habitación de su Majestad

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Sonrío tras el baño de agua caliente y la comida mientras vuelvo en dirección a la habitación de su Majestad. Sin embargo, mi sonrisa se borra al ver a varios soldados llegar al pasillo corriendo.

- Mi Sultana - dicen inclinándose ante la Valide Sultán - La rebelión ya está a las puertas del palacio. Debemos llevarla a un lugar seguro.

La Sultana lo mira preocupada, mientras yo maldigo entre dientes, escondida detrás de una columna.

- No - dice la Sultana convencida - Llevaos a mis hijas, a las Sultanas Dilruba y Hatice y a la concubina embarazada, Mahfiruz y encerradlas en el sótano. - ordena.

- ¿Al sótano, mi Sultana? - pregunta el Âga confudido.

- Sí - afirma - nadie va a salir de este palacio hasta que mi hijo se recupere.

Los soldados asienten y se van a toda prisa. Aunque ahora no es lo más importante no puedo evitar mirar a la Sultana mal. No ha ordenado la protección del Şehzade Mustafá, dado que ella siempre ha querido que su hijo tomara ventaja de la ley del fracticidio.

Por otro pasillo, la imponente figura de la Sultana Safiye aparece en el horizonte, junto a su hija Fahriye y a su fiel sirviente, Bulbul Âga.

- ¡Handan! - chilla la Sultana Safiye rabiosa, mientras se acerca a la Valide. - ¿Porqué están las puertas cerradas?

- Porque nadie saldrá de este palacio a menos que mi hijo muera - le responderela Sultana Handan, amenazante.

- Te arrepentirás Handan - dice la Sultana Safiye, dando media vuelta y alejándose a paso rápido, seguida de todos sus acompañante.

Cuando por fin me pongo a la vista y me acerco a la Sultana, una figura envuelta en ropas blancas aparece en el pasillo, acompañado por unos soldados.

- Aziz Mehmed Hudayi - dice la Sultana Handan, con ojos esperanzados.

- Mi Sultana - dice el hombre mientras se acerca y hace una reverencia.

Es un hombre relativamente mayor, vestido con ropas poco sofisticadas pero en buen estado. Tiene las facciones muy marcadas y la piel morena.

Parece un simple campesino.

- Es un alivio que estés aquí - dice la Valide.

- He venido en cuanto he podido, mi Sultana - responde con aplomo - ¿Como está su Majestad?

- No hay mejoras - responde, preocupada - ¿Traéis algún remedio para salvar a mi hijo?

- No sé si lo salvará, mi Sultana - le dice - ya sabe que eso depende de la voluntad de Allah.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora