Discusiones en el bosque

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"Definir tu propósito es el punto de partida de todo logro."
W. Clement Stone

Ya habían pasado dos semanas y mi plan para salir de este endemoniado castillo estaban cada vez más cerca

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Ya habían pasado dos semanas y mi plan para salir de este endemoniado castillo estaban cada vez más cerca. Sólo había una cosa que me rondaba la cabeza.

Según lo que sé, el primer año de Ahmed como Sultán fue muy duro. Primero los ataques cuando fue a visitar los campamentos, después la pandemia y el ataque de junio. El último acontecimiento es el que me preocupa, pero no le puedo decir a Ahmed sin pruebas que lo atacarán en los desfiles de las festividades.

Aunque mis pruebas son la historia, me gusta mi cabeza donde está, pegada a mi cuello. Además, ¿cómo narices explico el hecho de que sé lo del ataque sin haber salido de este palacio desde enero?

Bufo desesperada. Kösem me mira extrañada y yo la miro con la mejor cara de 'métete-en-tus-asuntos'  que puedo poner.

Decido que estar en la habitación mirándole la cara a la griega no va a servir para nada, así que me pongo la capa sobre el vestido marrón que llevo hoy y engancho a mi diadema el velo beige.

- ¿Adónde vas? - pregunta Kösem, mientras se peina la melena rubia y se pone un velo rosa sobre él.

- ¿Y a ti qué más te da? - respondo.

- Pues yo voy a ver a su Majestad - dice, mientras se pone un poco de perfume.

- ¿Y que quieres: un pin, una chapa o un boli con luces? - murmuro sarcásticamente en castellano, para que no lo entienda.

- ¿Qué has dicho? - pregunta.

- He dicho que espero que te lo pases muy bien - digo, para después salir de la habitación rodando los ojos.

Nur y Sirin no podían acompañarme puesto que estaban cuidando de las Sultanas Esra y Ayşe. Así que salgo completamente sola al jardín, gracias a mis ventajas como ''Sultana'' los guardias me dejaban pasar.

Puede que la naturaleza no sea mi lugar favorito, pero después de estar encerrada en un palacio tanto tiempo, hasta yo agradezco poder tocar hierba, ver árboles y si me apuraras, hasta haría ejercicio.

Llevo ya un rato caminando, cuando oigo el sonido de unas pisadas, y entro en modo alerta. Me escondo detrás de un árbol, sin embargo alguien me da unos golpecitos en el hombro. Yo doy un saltito mientras grito y me giro.

- No es gracioso, Iskender - digo con una mano en el pecho, mientras el chico se parte de la risa.

Él sigue riendo a pesar de mis insistencias para que se detenga.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora