La despedida

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''Por si no nos volvemos a ver: buenos días, buenas tardes y buenas noches."
JIM CARREY - Truman Burbank

No puedo expresar la tristeza que siento en el fondo de mi corazón.

Después de entregarle la caja al guardia de la puerta de Ahmed, Cennet y yo volvíamos hacía mis apoaposentos, cuando nos cruzamos con una desagradable comitiva.

Las concubinas que le proporcionarían entretenimiento a Ahmed esta noche estaban allí, sonrientes y vestidas en sus mejores galas. Listas para seducirlo y con ello, ascender hasta ser favoritas y en sus mayores sueños, convertirse en Sultanas.

Todas hacen una reverencia mientras paso, puesto que aún habiendo sido expulsada, sigo siendo la Haseki Sultán. Al final de la línea se encontraba Helena, con la cabeza gacha como el resto, y noto como ni siquiera tiembla cuando me detengo junto a ella.

No me tiene miedo.

- Pagarás por lo que has hecho - susurro, tan bajo que solo sus orejas podían oírlo.

Puedo ver una pequeña sonrisa aparecer en su rostro, como si no se creyera mis palabras. Yo continuo mi camino en dirección a mis aposentos, seguida de Cennet y las criadas.

¿Porqué narices no pensaste en eso Nasia? Todo lo que viene con tu madre es malo.

Mi culpabilidad ante mi estupidez hace que casi tropiece con otra presencia bastante desagradable. Kösem se encuentra en el pasillo, sonriendo como si ella fuera la dueña del lugar. Yo hago una señal a las criadas para que se detengan y me acerco a ella, que hace una reverencia.

- Sultana ¿habéis ido a suplicar perdón a su Majestad? - pregunta, burlona.

- No Kösem- contesto - Yo no pido perdón.

Mi respuesta parece descolocarla un poco, sin embargo, sus dientes blancos pronto vuelven a asomar, formando una sonrisa pedante.

- Si fuera vos no estaría tan segura de una decisión así- dice, enganchándose un mechón de pelo con los dedos y retorciéndolo- Mañana mismo estaréis fuera del palacio, y quién sabe si su Majestad volverá a acordarse de ti.

- ¿De verdad crees que tú puedes ocupar mi lugar en su corazón, Kösem? - le pregunto, sabiendo que estoy dando donde más le duele.

- Por supuesto que sí - afirma, cual niña.

- Aunque así lo fuera, jamás lograrás estar a mi nivel - continuo atancándola.

Puedo ver como sus mejillas se hinchan mientras su cara se tiñe de rojo y aprieta los dientes con mueca furiosa.

- ¿Si fueras tan poderosa como he conseguido echarte del palacio? - pregunta - ¡¿Eh?!

- Descuida Kösem, volveré- contesto.

Ahí doy por terminada la conversación y empiezo a alejarme de ella, que sin embargo, vuelve a hablar.

- Pronto seré una Sultana - clama, mientras se pasa una mano por el vientre - Deberías tenerme miedo.

Yo ruedo los ojos y continuo mi camino, sabiendo que aquel enfrentamiento no llevaría a nada y si se lo contaba a Ahmed, podría meterme en más problemas.

¿Cómo es posible que una quinceañera le haya lavado el cerebro así?

Con un suspiro, dejo que mis pies me dirijan a mis aposentos, sin ganas de enfrentarme al mundo.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora