Ni lo intentes

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''No estar muerto no es estar vivo.''
E. E. Cummings

18 de semptiembre de 160420:45

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18 de semptiembre de 1604
20:45

Bufo y me giro a mirar a mi hermana pequeña, que resopla enfadada.

- Pero su Majestad - replica Nilüfer, con semblante de batalla.

- No Nilüfer, ya te he dicho que no puedes quedarte en los aposentos de la Sultana Defne - contesto, rodando los ojos.

- ¿Porqué? - la voz irritante de mi hermana pequeña se clava en mi cabeza.

- Porque así lo ordeno yo - contesto, harto ya de su pataleta - Y soy el Sultán, así que harás lo que yo te ordene. ¿Lo entiendes?

Nilüfer asiente, aunque con un puchero de disconformidad en los labios. De pequeña, había sido la favorita de nuestro padre, con lo que en el pasado cualquiera de las órdenes que saliera de sus pequeños labios se cumplían com diligencia y rapidez.

- Sin embargo, desde que volvimos de Bursa, he sentido una gran incomodidad por no estar en los aposentos que una vez me pertenecieron - murmura, con dulzura.

- Desde el día en que nuestro padre murió, yo me convertí en el Sultán de este Imperio - le digo, con voz dura - Ya no soy tu hermano, y no puedes pedirme que cumpla tu voluntad.

Nilüfer arruga la nariz y veo como tiene intención de protestar, pero yo la detengo antes incluso de que empiece.

- Estás ya en edad para casarte - le digo, viendo como abre sus ojos.

- ¿Casarme, su Majestad?¿Con quién?- farfulla mi hermana.

Entonces las puertas de habitación suenan, y tras un pequeño adelante, la figura de Defne entra en los aposentos, seguidos de tres de sus criadas, que sostienen a nuestros hijos. Las cuatro hacen la reverencia correspondiente y yo le indico a Defne que se acerque.

- La Sultana Defne será la encargada de buscarte un marido adecuado - digo, señalando a Defne.

Los ojos de ambas se abren como platos y, una sonrisa de incomodidad aparece en los labios de Defne.

- ¿Qué quiere decir, su Majestad? - pregunta con voz temblorosa Defne.

- He decidido que mi hermana debe casarse, y que tú serás la encargada de encontrarle un marido adecuado a su estatus y, por supuesto, leal al imperio - digo.

- He decidido que mi hermana debe casarse, y que tú serás la encargada de encontrarle un marido adecuado a su estatus y, por supuesto, leal al imperio - digo

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