Haseki Sultán

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''El poder es como un explosivo: o se maneja con cuidado, o estalla.''
Enrique Tierno Galván

''Enrique Tierno Galván

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¿Qué acaba de decir?

- Enseguida, su Majestad - dice Hadgi, haciendo una  reverencia, para después salir de la sala con rapidez.

Yo me quedo mirando a Ahmed con sorpresa, mientras por el rabillo del ojo, veo a las diferentes reacciones de las personas de la sala.

La Sultana Handan, mantiene una expresión bastante pétrea, sin mostrar su opinión acerca del asunto. La expresión de la Sultana Halime no se decide entre el alivio y la preocupación, y su hija, la Sultana Dliruba, mantiene una expresión que parece de alarma. Después, mi mirada pasa a la Sultana Safiye, y en sus ojos puedo sentir como maldice en su interior. A la Sultana Fahriye parece que le es totalmente indiferente, pues sigue balanceando a Mihrimah sin inmutarse.

Aunque la expresión que más destaca es la de Mahfiruz. Puedo ver cómo la rabia e ira, además de la envidia le corren por las venas y destellan en sus ojos de tal modo que si las miradas matasen, creo que yo ya estaría a tres kilómetros bajo tierra.

Después mi mirada pasa a Cennet, que tiene la cabeza alta, casi parece un pavo real. Aunque Fatma, Turhan, Nur, Sirin y Beyhan tiene la misma expresión de satisfacción, orgullo y victoria. Por último, miro a Ahmed, que me sonríe mientras acaricia la cabeza de Murad.

- Ahmed - susurro yo, y él solo me responde con una sonrisa.

- Me has dado dos príncipes y una Sultana, es lo mínimo que podía hacer - responde, para después levantarse.

Entonces, la Sultana Halime y sus hijos se acercan a mi. Los niños se acercan a mi, y Mustafá y Hatice muestran su enorme felicidad por el pequeño Murad, que aún sigue entre mis brazos.

- Es muy pequeño - dice Hatice, en un susurro.

- Eso es porque el Şehzade debía compartir mi barriga con sus dos hermanos, Sultana - respondo, acariciándole el pelo rubio a la pequeña Sultana.

Ambos hermanos se distraen intentando haciendo caras con el fin de que mi hijo se ría. En cambio, la Sultana Dilruba no parece tan satisfecha con este hecho, puesto que me mira con una expresión algo indescriptible.

- Enhorabuena, Sultana - interviene la Sultana Halime, haciendo que descentre la atención de su hija mayor.

- Es usted muy amable, Sultana Halime - respondo con una sonrisa.

Después, la Sultana Halime manda a sus hijos con Menekshe, y ella se queda parada delante de la cama.

No tengo ánimo para empezar una guerra ahora.

- Has jugado bien tus cartas - continua la Sultana Halime, con un timbre en la voz que me resulta algo desagradable- Te has convertido en la consorte principal.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora