Dos destinos

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''Nada tan estúpido como vencer. La verdadera gloria está en convencer.''
Victor Hugo

Los soldados nos miran extrañados mientras ambas avanzamos entre ellos, con paso firme y cogidas de la mano

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Los soldados nos miran extrañados mientras ambas avanzamos entre ellos, con paso firme y cogidas de la mano. El nerviosismo recorre mis venas y Mahpeyker me aprieta la mano aún más fuerte cuando solo cuatro filas de soldados nos separan de la multitud.

- NOS HAN ENGAÑADO - chilla un hombre entre la multitud - NUESTRO SULTÁN ESTÁ MUERTO.

Por fin hemos llegado ante todos y los hombres de las primeras filas nos miran con sorpresa. Ambas nos detenemos y yo a decir verdad, me quedo sin habla. Sin embargo Mahpeyker no, puesto que me hace avanzar más y empieza a hablar.

- DETENEOS- grita la griega, mientras levanta la mano que no está unida a la mía, en señal de detención.

Todos los hombres de la multitud la miran y ella parece cohibirse, pero mi pánico escénico ya ha desaparecido.

- El Sultán no está muerto - digo yo, todo lo alto que puedo - Mahpeyker y yo somos favoritas de su Majestad - anuncio mientras levanto nuestras manos unidas.

- HEMOS ESTADO CON EL SULTÁN Y NO ESTÁ MUERTO - me apoya Mahpeyker.

- MENTIRA - dice uno de los hombres y todos a su alrededor gritan en confirmación.

- Juramos ante Allah que es cierto - dice Mahpeyker.

La multitud la mira excepticamente, y yo arrugo la cara.

- ¿Acaso no creéis a una favorita de su Majestad? - pregunto - ¿Acaso no le debéis lealtad a vuestro Sultán? ¿Dónde está vuestro honor? ¿Abandonaréis la esperanza solo por un rumor absurdo? SU MAJESTAD ESTÁ VIVO, ASÍ QUE HACED HONOR A VUESTRA LEALTAD ANTE EL SULTÁN Y RETIRAOS A VUESTRAS CASAS.

- ¿Y cómo sabemos que no nos estaís mintiendo? - pregunta un hombre, y el resto lo apoyan.

- Id a vuestras casas y rezad, rezad por su Majestad, por vosotros y vuestras familias- grita Mahpeyker a mi lado - Su Majestad se os unirá en el rezo del viernes.

Yo asiento y los hombres, relajan sus expresiones, mientras bajan las armas.

- Id a vuestras casas y rezad por vuestros seres queridos - grito - No dejéis que el hambre y la desesperanza se apoderen de vuestras almas.

Los hombres asienten, y, ante la sorpresa de los jenízaros y soldados de palacio, la multitud empieza a retirarse hacia atrás. Mahpeyker y yo nos sonreímos, aliviadas.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora