Anastasia

Ayhan y Murad

''El medio mejor para hacer buenos a los niños es hacerlos felices''
Oscar Wilde

Yo me quedo mirando a la pequeña Ayhan, que sin temor, me toma de la mano. Su madre, sin embargo, le da un pequeño tirón para que me suelte.

- No pasa nada - le digo a la mujer, que asiente algo avergonzada.

Entonces, doy una orden. Enseguida, las criadas del lugar colocan un cojín en el lugar, donde yo me siento. Inmediatamente las mujeres y los niños se acercan a mi y me rodean, y yo le hago una señal a Ayhan y a su madre.

- Ven pequeña - digo, sentando a Ayhan entre mis piernas.

La niña mira a su madre, que asiente emocionada y se sienta. Después su madre la imita, y a detrás de mi se sientan las chicas, mientras Hadgi se queda parado en un lado. Yo hago un asentamiento y desde un lugar aparecen mujeres con platos con dulces, que van repartiendo por el lugar. Todos los miran absolutamente extasiados.

- Adelante, comed, son para vosotros- animo.

- Sultana, ¿qué hemos hecho para merecer tal honor? - pregunta una de las mujeres - Ninguna Sultana jamás había hecho una cosa como vos.

- ¿A qué te refieres? - pregunto yo, con una sonrisa.

- Ninguna Sultana jamás había permitido que alguien se sentara a un nivel más alto que ella - responde otra mujer, señalando a las ancianas, sentadas en sillas - Ninguna Sultana jamás nos había visitado e ayudado.

- Mi deber como Sultana es el de protegeros y ayudaros - contesto - Y no puedo hacer eso desde el palacio.

- Que Allah la bendiga - se oye - A vos y a vuestros hijos.

- Amén- contestan el resto de mujeres.

- Allah mediante, uno de sus Şehzades ascenderá al trono después de su Majestad el Sultán- me dice la madre de Ayhan.

- Allah mediante - respondo, con algo de preocupación en la voz.

Porque si ellos no ascienden al trono, significará que están muertos.