Los dulces y las partidas

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"La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos"
Fernando Pessoa

Después de llegar al campamento, unos soldados me han llevado a la tienda y no me han dejado salir

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Después de llegar al campamento, unos soldados me han llevado a la tienda y no me han dejado salir. Intento mirar por el hueco de la entrada, cuando veo a dos soldados que salen de la tienda del Sultán arrastrando a alguien.

- ¡Dindarlık lütfen! * - grita la figura. Reconozco los gritos de Selim mientras intenta librarse de los soldados, que lo arrastran por la tierra.

Sulfikar y Iskender salen de la tienda. El eunuco los sigue y les dice algo. Ambos se acercan a mi tienda y les dicen algo a los soldados que la custodian. Ambos asienten y se retiran. Así, Iskender se planta en la puerta, y Sulfikar entra en la tienda.

- ¿Qué le van a hacer? - pregunto. El capitán me mira sin entender.

Ojalá ser Adelaide y conocer muchos idiomas.

¿Qué le van a hacer? -vuelvo a preguntar mientras hago el gesto de un puñetazo.

Sulfikar me mira, sube los hombros y bufa.

- Onu cezalandıracaklar* - responde. Y aunque no entiendo lo que significa, creo que no va a ser bueno para Selim.

Sulfikar parece abatido y desde la entrada veo a Iskender bajar los hombros en señal de pena.

- Lo siento, de verdad - digo, al borde casi de las lágrimas. Sulfikar nota el tono de mi voz y me mira.

- Onun hatasıydı* - dice, sonriendo, mientras me entrega un pañuelo.

Me seco los ojos, con el pañuelo, que está hecho de una tela áspera y marrón. Debe ser un horror tener un sonarse los mocos con esto. Se lo intento devolver, pero Sulfikar me envuelve la palma encima.

- Iskender, yemek için git* - ordena el capitán. Iskender asiente y se aleja de la tienda. Sulfikar procede a salir de la tienda y cerrar lo máximo posible la abertura en la tela.

Bufo y me arropo en la capa negra, que es muy calentita, mientras me siento en el sillón que hay en el centro de la tienda. A los minutos la tienda se abre y Sulfikar entra en la tienda con una bandeja, como hacía una horas. La deja en la mesita y se marcha.

Creo que a partir de ahora les caigo mal.

Miro la bandeja. En ella hay prácticamente el mismo contenido que está mañana, aunque esta vez había un pequeño dulce al lado del vaso. Y, por mal que me siento, mi barriga protesto. Como sin ganas mientras escucho a Sulfikar y a Iskender hacer lo mismo fuera.

Pobres, están comiendo plantados en el frío.

Al cabo del rato, Sulfikar entra para llevarse la bandeja, que está vacía, pero está vez viene acompañado. El médico y el eunuco entran con él.
El medico me revisa las heridas, las vuelve a limpiar con alcohol y las venda, al mismo tiempo, el eunuco me entrega unas mantas y unos cojines. Los tres salen de la tienda y me vuelven a dejar sola.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora