Un pobre narciso

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''Feliz el que ha muerto antes de desear la muerte.'' Rosamond Lehmann

(TW: escenas desagradables

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(TW: escenas desagradables. Así pues, si estas escenas os producen alguna incomodidad, deberíais saltaros el capítulo)

Suspiro, mientras observo como algunos Âgas quitan con delicadeza las decoraciones funebres del portal que da al harén. Las concubinas, tristes, se levantan de sus asientos y hacen una reverencia cuando paso, cabizbajas y con lágrimas en los ojos.

Me giro hacía el harén y los recuerdos de hacía un mes y medio volvían a mi cabeza.

''Dos semanas después de la conversación que tuve con Ahmed, la Sultana Nilüfer se desposó con Gulhat Pasha, gobernador de Amasya, a quien por supuesto, la Sultana se había negado ver.

La Valide Sultán y la madre de Nilüfer, la Sultana Selimiye, habían pedido a Ahmed permitir que la muchacha se quedara algo más de tiempo en la capital antes de partir hacía la provincia de su marido, que implicaba con toda probabilidad, no volver jamás a la capital del Imperio. El Sultán había concedido esta petición tras el imploro lloroso de la Sultana Selimiye, que sería separada de su última hija.

Las celebraciones tenían lugar en los aposentos de la Valide Sultán, y aún no se como conseguí mantenerme seria y no reírme en ningún momento. Podía observar la tristeza en la cara de Nilüfer y si hubiera estado en esa situación hacía tan solo un año, habría tenido piedad por la pena que me daba la niña. Sin embargo, las cosas habían cambiado, y el error de ayudar a Fahriye estaba grabado a fuego en mi mente.

La piedad no existe en este palacio.

Todo parecía marchar bien, hasta que Sivekar, la concubina quien, junto a Helena, tenían un hijo de su Majestad, gritó. Había entrado en labor de parto, cosa extraña, puesto que tan solo tenía seis meses de embarazo. Algunas de las concubinas se apresuraron a llevarse a la Hatun y la fiesta se detuvo, conmocionada, a la espera de noticias.

Harta de estar sentada, pedí permiso para ir a ver como se encontraba Sivekar, que la Madre Sultana consintió. Acompaña de Beyhan y Hadgi, llegué al ala médica, donde un preocupado Ahmed daba vueltas en la puerta. Los tres le hicimos una reverencia, aunque poco le importó que lo hiciéramos. Me acerqué a Jilakar y le pregunté que habían dicho las doctoras.

- No saben que ha ocurrido mi Sultana, es muy pronto aún para que nazca - me susurra el eunuco - Las doctoras dicen que es muy difícil que el bebé sobreviva.

Miro a la puerta con gesto triste. Sivekar Hatun era un ángel, tanto que deseaba que su bebé fuera una niña, sabiendo que de lo contrario, siempre estaría en peligro. Ella era feliz con la idea de ser madre, no causaba problemas ni buscaba enemigos; solo quería vivir en paz con su bebé.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora