Empezar

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''Una corona es tan solo un sombrero que deja pasar la lluvia."
Rey Federico II el Grande

"Rey Federico II el Grande

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¿Quién lo diría?

Hacía cuatro semanas, Mustafá Ali Pasha, junto a otros veinte Efendis y Beys habían sido ejecutados tras descubrirse su traición: habían preparado la campaña que empezaría en marzo para que fuera un fracaso y habían robado una gran cantidad de dinero al tesoro imperial.

La culpabilidad de estos actos solo podía ir dirigida en dos direcciones: la de la Sultana Safiye o la Sultana Halime.

¿Es gracioso, no creéis? En un mundo dedicado a los hombres, en el palacio, el centro del Imperio, el lugar donde el destino de este se decidía, todos los hombres eran meros títeres. Muñecos sujetos a la voluntad de una Sultana.

Porque aunque parezca que los hombres están en control, las mujeres de este palacio son como los titiriteros de una función: manejan los hilos desde las sombras, todos cumplen su voluntad, pero jamás se ensucian las manos.

Un plan perfecto, del que nadie puede escapar.

Y yo, como Sultana, debía tomar mi lugar. Yo no había asistido a la ejecución pública debido a mi estado de salud; pero Hadgi me lo contó todo con lujo de detalles.

¿Asqueroso? Sí, muchísimo.

Pero esta situación, me dejó una oportunidad perfecta.

Flashback:

Veo como las puertas de la habitación se abren, y un disgustado Ahmed entra por ellas. Se quita el turbante y lo arroja al suelo, donde cae él después.

- Ahmed - susurro.

Él se gira a mirarme y con rapidez se recompone, levantándose del suelo y recogiendo el lujoso sombrero, para dejarlo sobre su escritorio.

- ¿Estás bien? - pregunto.

- No es la primera vez que presencio una ejecución- contesta, de espaldas a mí.

- Eso no significa que no te tenga que afectar - replico.

Ahmed se gira y veo las lágrimas en sus ojos, que resiste por retener en ellos.

- Ya no sé en quien confiar - murmura, roto.

Verlo así me da pena, y aunque quisiera levantarme a abrazarlo, no puedo.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora