Defne

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''El primer beso puede ser tan aterrador como el último''
Daina Chaviano

''El primer beso puede ser tan aterrador como el último'' Daina Chaviano

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18 de abril de 1603
8:00

Acaricio el pelo negro de Ayşe, se remueve en su sueño y se pega más a mí. Sonrío mirando como hace expresiones raras con la cara.

No tengo palabras para expresar mi gratitud.

Flashback:

Estoy en la cama, tumbado, sin fuerzas para hacer nada. Siento como alguien se arrodilla a mi lado y deja algo en la mesita. Después me coge la mano, y sobre la palma pone algo de metal, triangular, aunque con salientes bruscos, que va enganchado a una cuerda.

Un collar

A continuación, noto como ata un trozo de tela alrededor del collar y de mi mano, haciendo que se sostenga uno contra el otro. Oigo suspirar y después un beso en el dorso de mi mano.

- Siempre me he negado a creer que existe un ser todopoderoso que lo controla todo y a todos - empieza a decir su dulce voz en una lengua que desconozco, opacada, como si tuviera la boca contra mi mano. - Pero si de verdad existes, Dios, Allah, Buda o quién quiera que seas, haz por favor que se despierte.

Parece que ha terminado, y yo me molesto.

Vuelve a hablar, Sherezade.

Ella suspira y la oigo levantarse del suelo. Siento el peso de la manta cuando la coloca mejor encima de mí. Entonces, un beso en la frente y con los labios apoyados contra ella dice:

- Por favor te lo pido, despierta Ahmed - esta vez habla en la lengua que sí entiendo.

La oigo apartarse de mí y como camina por la habitación, y se para. La puerta madera suena y esucho como la abren desde el exterior. Entonces más personas entran en la sala y se ponen a hablar.

Con mucho esfuerzo, abro los ojos y el médico que me observaba en el momento retrocede.

- Majestad - dice - Su Majestad se ha despertado - anuncia con alegría.

Los médicos sueltan bufidos de alegría y alivio, mientras el que está más cerca de mí, me ayuda a incorporarme. Desde las ventanas, veo la figura de Aziz Mehmed Hudayi sonreír.

- Haced que pase - digo, señalando al hombre vestido de blanco.

El doctor asiente y sale de la estancia. Pronto vuelve a entrar seguido del famoso curandero, y ambos hacen una inclinación de cabeza.

- Retiraos - les ordeno a los doctores, que hacen una reverencia y salen de la sala.

- Veo que ya estáis mejor, su Majestad - dice Mehmed, mientras se acerca.

- Yo supongo que ha sido gracias a vuestros famosos remedios, Hudayi - asumo.

- Como siempre digo, mis remedios no lo son todo - replica el hombre - solo la voluntad de Allah determina el destino de un paciente.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora