Anastasia

El mar

''Hay que mirar a los ojos al misterio.''
Lance Armstrong

Arrugo la nariz, sintiendo el olor del mar entrar por mis fosas nasales. Siento la superficie contra mi mejilla húmeda y después un movimiento brusco hace que ruede por el suelo de madera. Choco contra lo que supongo que es una pared, haciéndome daño en la espalda, cuando abro los ojos débilmente.

Todo está oscuro, pero entonces un rayo ilumina el lugar por unos segundos. Estoy en una sala hecha completamente de madera y compartía la habitación con lo que creía que eran dos ovejas, arriconadas en la esquina opuesta a donde estaba, y cajas de madera, atadas con cuerdas para que no se movieran.

Por una estrecha ventana circular el cielo negro se ilumina otra vez, y puedo ver la espuma que producen las olas al chocar contra el casco del barco en el que supongo que estoy metida. En ese instante, el barco vuelve a moverse bruscamente, haciendo que caiga de lado, chocándome con un cuerpo más pequeño.

Me asusto por unos segundos hasta que reconozco el calor humano que emana la figura. A oscuras palpo la cara del pequeño y con rapidez lo identifico.

- ¡Osman! - grito, intentando hacerme oír por encima del mar.

No puedo verle los ojos, pero siento que se despierta, porque de repente noto como Osman se apega con fuerza a mi cuerpo, justo antes de que otra ola balancee bruscamente el barco. Yo pongo mi cuerpo para chocar contra la pared, intentando que Osman no reciba el golpe.

Con esfuerzo y gracias a los pocos segundos de luz que los rayos nos conceden, logro escondernos en un rincón, donde nos quedamos rodeados de cajas, que nos protegen de los movimientos del barco.

Siento que Osman llora contra mi pecho, así que le paso la mano por el pelo castaño y le doy un beso en la cabeza, abrazándolo con fuerza. Intento calmar los latidos de mi corazón y miro preocupada la oscuridad que nos envuelve mientras le acaricio la espalda a Osman.

¿Dónde narices estamos?