A one woman army

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''Mi manera de pelear no es pegándole a mi oponente, sino haciendo que él mismo se pegue.''
Joe Frazier

Coloco mi mejor sonrisa mientras veo a las cinco figuras acercarse, antes de darme cuenta que sus maridos e hijos caminan tras ellas

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Coloco mi mejor sonrisa mientras veo a las cinco figuras acercarse, antes de darme cuenta que sus maridos e hijos caminan tras ellas. Cuando llegan, las cuatro hermanas de Ahmed se colocan en frente de la tienda y hacen una reverencia, con el resto de sus familias repitiendo sus acciones.

- Su Majestad nuestro hermano - dice Şah, antes de acercarse a besar la mano de su hermano y ponerla en su frente. El resto de Sultanas hacen lo mismo, incluyendo a sus hijos.

- Nos alegramos muchísimo cuando recibimos vuestra invitación su Majestad- dice la Sultana Esra, cuya mirada está posada en mí.

Ahmed les sonríe, antes de indicarles que pueden retirarse a sus respectivas tiendas para almorzar.

Bien, de momento las únicas buenas miradas que me he llevado son las de Dilruba y Halime.

Los criados van sirviendo los platos y todo transcurre con aparente normalidad, hasta que los niños piden permiso para ir a jugar, así que Ahmed me pide que lo acompañe a pasear. Cuando ya estamos solos, dejo salir la ira que llevaba dentro, dándole un codazo.

- Oye, ¿a qué ha venido eso? - pregunta, acariciándose el costado.

- ¿Cómo que a que ha venido? - pregunto con frustración- ¿No podrías haberme dicho al menos que tus hermanas venían?

- Creía que no te importaría- responde y mis deseos de estrangularlo aumentan por momentos.

- ¡Genial, ahora tendré que lidiar con tres personas más que me quieren ver muerta! - exclamo, haciendo que Ahmed me mire algo extrañado.

- Mis hermanas no te odian - dice, así que me limito a rodar los ojos.

- No, por supuesto que no, no me culpan de la caída de su madre, para nada - Ahmed me mira con algo de fastidio ante mi sarcasmo.

- Relájate cielo - dice, haciendo que nos detengamos en medio del jardín- Mientras yo esté aquí nadie te hará nada.

Eso no es de consuelo.

- ¿Y cuando tú no estés? - pregunto, levantando la ceja.

- No creo que tengas problemas- responde - Eres un ejército de una sola mujer.

Yo sonrío débilmente ante el cumplido, antes de aceptar el brazo que me enseña y continuar paseando. Un rato después, un ruido llama nuestra atención así que nos acercamos hacía una escena que cada vez se parecía más.

- ¡MEHMED Y OSMAN! - grito, separándome de Ahmed.

En medio del prado, las figuras de Osman y Mehmed ruedan por el suelo, antes de que Mihrimah y Murad lleguen corriendo tras ellos. Ahmed me sigue mientras los niños se levantan del suelo y hacen una reverencia ante su padre.

AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora