Olivia
—Franco. —Lo llamé. —Ey.
Él se despertó y me miró con los ojos entrecerrados.
—Es tarde, y tengo cosas que hacer. —Le avisé.
Él bufó antes de mirar el celular, probablemente viendo la hora.
—Tengo que trabajar, y mi jefe ya viene. —Dije.
—No estorbo. —Dijo.
Fruncí el ceño.
—No te estoy pidiendo un favor, salí de aquí. —Dije rápido.
Él se levantó de la cama resoplando.
Franco era un Italiano guapísimo, habíamos acabado de coger hace un rato, pero fue solo eso.
—Espero que no me extrañes. —Dijo coqueto mientras se vestía.
Yo rodé los ojos y me senté en la cama antes de ponerme mi ropa también.
Marceline vendría con Dante para organizar mi agenda y bueno, todo lo referido a mi trabajo.
Tenía planeado pedirle a Dante unas cortas vacaciones, así podía ir a ver a mi hermanita, y despejarme un poco por el caos que era mi imagen hoy en las redes.
—Ya me voy. —Avisó.
—La puerta está abierta. —Dije cuando estuve vestida.
Él solo me miró en silencio antes de desaparecer de mi habitación.
Miré el ventanal gigante que tenía desde mi penthouse, era realmente grandiosa la vista.
Salí de la habitación para ir a la bodega y sacar una botella de vino. Caminé hasta la cocina, quejándome un poco por lo frío que estaba el piso, no me había puesto las sandalias.
Me senté en un taburete frente a la barra de la cocina y tras tomar una copa me serví un poco de vino.
—Ya estamos aquí. —Escuché la voz de Marceline.
No hice ningún comentario, solo tomé de mi vino.
Dante y Marceline tenían acceso permitido al penthouse todo el tiempo.
Miré mi reflejo en la copa, y aunque me veía un tanto distorsionada, pude percibir que estaba hecha un desastre.
Sin embargo no me importaba, ellos no iban a criticarme y además, ya estaban acostumbrados a verme así en mi casa.
—Buenos días. —Dijo Dante y reí ligeramente al oír su intento por hablar bien el español.
—Buen día. —Dije en italiano.
Dante fue una de las personas que más me ayudó a mejorar mi italiano, para que sonara más natural.
Dejé la copa en la barra y me di vuelta para mirarlos a ambos.
Él tenía en sus manos un montón de hojas junto con su agenda, y un lapicero se encontraba encima de su oreja.
Marceline por su lado también tenía varios papeles en sus manos, desde mi lugar podía ver que se trataba de diseños nuevos, y aunque no pudiera ver las hojas, sabría que se trataba de eso. Ella no iba a ningún lugar sin ellos.
—¿Estás bien? —Dijo él dejando los papeles en la mesa.
—Vi a Franco en recepción. —Comentó Marceline.
—Quiero unas vacaciones, irme este domingo y volver el próximo. —Anuncié, ignorando lo que ellos habían dicho.
Marceline y Dante se miraron entre sí, confundidos. Alcé una ceja cuando Dante me miró.
Ambos se rieron dejándome aún más confundida.
—¿Qué pasa? —Pregunté.
—Es broma, ¿no? —Dijo Dante.
Marceline frunció el ceño al ver que yo no tenía ni idea a lo que se referían.
—La semana de la moda. —Se rindió Dante.
—¿La semana de la...? —Abrí mi boca. —¿Es ésta semana?
—Duh, Olivia. No puedo creer que te hayas olvidado. Ya compramos los tiquetes y tenemos reservado el penthouse del mejor hotel de Milán. —Dijo esta vez Marceline.
Cerré mis ojos con fuerza y pasé las manos por mi cara.
—Hijo de puta, tenía que venirse justo ahora para Milán. —Me quejé estresada.
—Se poco español pero estoy seguro que dijiste una grosería. —Habló Dante señalándome.
—¿Nos insultaste? —Dijo ofendida Marceline.
—No, no es eso. Y creo que esta vez no asistiré a la semana de la moda. —Dije con una sonrisa.
La cara de culo de los dos era impresionante.
—Claro que asistirás. —Dijo Marceline.
—¿Por qué no? —Dijo Dante confundido.
Por Mateo.
—Acabo de tener el peor accidente de mi vida en la pasarela. Si voy a Milán no van a esperar a “la diosa de la moda” sino a Olivia torpe. —Dije.
En parte había pensado en eso, pero no era motivo suficiente para realmente faltar a la semana de la moda.
Era un evento muy especial.
—A todos nos pasa, todos tenemos accidentes. Dejá de pensar tonterías y empecemos a elegir la ropa que usarás. —Dijo Dante serio.
Marceline sonrió mostrándome sus diseños mientras yo sentía que mi cabeza iba a explotar.
Me di la vuelta preocupada y serví más vino en mi copa.
Bueno, Milán no era tan pequeño como para encontrarnos, ¿no?
Hola estrellitas bellas!<3 estoy muy emocionada con la pt.2 de la historia. ¿Ustedes?
¿Nos reímos de Olivia?