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—Ya le conté. —Le dije a mi mamá.

Estaba en una llamada con ella, aprovechando que Mateo bajó porque ya iban a servir el almuerzo.

—¿Posta? ¿En qué momento? —Cuestionó medio perdida.

—Me lo encontré ayer que salí y le conté. —Le dije contenta.

—Bueno, por como lo decís me lo imagino que se lo tomó bien. —Dijo riendo.

—Sí. Se lo tomó más que bien, está re emocionado y re curioso. —Le dije y suspiré. —Voy a ir a almorzar, luego te cuento.

—Dale. —Dijo ella.

Yo esperé a que colgara, pero no lo hacía. Y por alguna razón yo tampoco.

Sonreí un poco confundida por el silencio que se había formado en la llamada.

—Olivia. —Volvió hablar.

—¿Sí? —Dije expectante.

—Te amo, chau. —Dijo antes de cortar.

Yo abrí la boca, quedándome con las palabras en la boca.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro.

—Yo también te amo. —Dije mirando el celular.

—¿A quién amás? —Oí a Mateo detrás de mí.

Me di la vuelta y guardé el celu.

—A mi mamá. —Dije.

—Ya está servida la comida. —Dijo mirándome.

Asentí y bajé con él al comedor.

—¿Y emi? —Pregunté.

—Donde la mamá. —Dijo Pedro.

Asentí mientras veía como ponía un plato de albóndigas frente a mí.

—No, viejo. Olivia no..

—Dejá, sí quiero. —Dije y Mateo alzó ambas cejas.

—Okay. —Dijo él.

En cuestión de segundos los tres platos ya estaban en la mesa y los tres estábamos disfrutando de la comida.

Mateo me miraba de vez en cuando como si no se creyera que estuviera comiéndome las albóndigas.

Me daba risa pero me incomodaba a la vez.

—Bueno, chicos. Yo voy a salir, no se vayan a pelear pero tampoco se amen mucho, eh. —Dijo haciéndome reír.

Se despidió chocando el puño con Mateo y dejó un beso en mi mejilla antes de irse.

—Amo a tu papá. —Dije mientras recogía los platos.

—Y mi papá también te ama, se le nota. —Dijo él y yo sonreí. —Mientras los dos me amen más a mí me parece perfecto. —Dijo haciéndome reír.

Llevé los platos a la cocina con Mateo atrás.

—No, vení yo lavo. —Dijo corriéndome delicadamente antes de comenzar con esa tarea.

—Mateo no estoy discapacitada. —Dije y él me miró un segundo antes de alzar los hombros y volver la vista a los platos.

—Igual te ayudo. —Dijo él y yo asentí lentamente. —Vos contame que onda en tu casa.

—Todo muy piola. Me arreglé con mi mamá, fue muy emotivo todo. Y bueno, nos pedimos perdón porque las dos estábamos haciendo las cosas mal. Me arreglé con Adrián y terminé dándome cuenta de que muchas veces las cosas fueron difíciles porque estaba pasando un mal momento y eso me hacía portarme mal con todos, incluído Adrián, que aunque algunas veces no se portó de la mejor manera conmigo, yo hacía que todo fuera más pesado que él. —Admití. —Estoy intentando ser mejor en muchos aspectos.

Mess [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora