Pedro estacionó el auto y enseguida Mateo abrió la puerta para bajar.
—Vení te ayudo. —Dijo Mateo dándome la mano.
—Estoy bien. —Dije y él negó.
—Dejate cuidar. —Dijo antes de agarrarme con fuerza para cargarme a upa.
Yo negué riendo antes de reír poniendo mis piernas alrededor de su torso.
Él cerró la puerta con su culo y yo me reí tratando de bajar pero él me sostuvo con fuerza antes de correr hacia la puerta.
—Bajame que estoy pesada. —Dije viendo como él se reía.
—Que decís. Además tengo fuerza yo, eh. —Dijo mirándome.
Pedro se rió antes de abrir la puerta, Mateo entró conmigo aún cargada y sin dejarme hacer nada comenzó a subir las escaleras, yo me aferré a su cuello asustada de que pudiéramos caernos.
Afortunadamente llegamos bien hasta su pieza, donde él me depositó en su cama.
Caminó de vuelta para cerrar la puerta y luego volvió a la cama para sentarse a mi lado.
Yo lo miré sin saber si debía decir algo yo o esperar que él hablara, o qué podría decir.
Pero no pensé mucho ya que rápido sentí de nuevo sus labios estrechando los míos, y claro que comencé a mover mis labios para corresponder ese beso.
Sentía su lengua rozar suavemente la mía, y el encuentro húmedo de nuestras bocas se estaba volviendo en algo más que eso.
No porque fuera algo caliente, sino porque sentía todos mis sentimientos a flor de piel.
Como si fuera la primera vez que lo besaba mi corazón estaba a mil y mis ganas de no separarme de su boca se había hecho presente.
Sin embargo nuestra necesidad de aire no nos permitió posible esto.
No dudé en dejar un pequeño beso en sus labios.
Estaba nerviosa por alguna razón, pero estaba tan feliz de tenerlo ahí frente a mí que no pude evitar sonreír.
Hace días que lo extrañaba y sentía la necesidad de que él ya supiera que había un nene formándose dentro de mí y que él era su padre.
—Perdón. —Dijo Mateo y yo negué.
—Ya, Mateo. Te juro que yo te perdono, no me importa nada de lo que haya pasado antes. —Dije.
—Bueno, pero vos tampoco me pidás más perdón porque a mí tampoco me importa más nada. Solo que estés aquí conmigo. —Dijo él. —Aunque igual tenés que desatrasarme de tantas cosas. Aún ni termino de caer..
Yo me reí un poco mirando su carita de niño curioso, su labio inferior estaba siendo atrapado por sus dientes, demostrando la ansiedad porque las palabras salieran de mi boca.
—Tres meses. —Le dije y él asintió.
Ya sé que él no quería que me sintiera mal pero me dolía ver la tristeza en sus ojos.
—No sabés como te habría cuidado estos tres meses. —Dijo Mateo yo hice una mueca tratando de no llorar. —Perdón, es que posta fueron tres meses que me habría gustado estar con vos. ¿No me pensabas decir más?
—Sí, cuando me enteré que estabas aquí me dije que debía decírtelo sí o sí. —Dije y él asintió. —Solo que no contaba con encontrarte en esa fiesta.
—La hizo Ignacio, la fiesta. —Dijo él y yo alcé ambas cejas.
—Ah. Nacho está loco. —Sonreí.
Osea que él era el que me había invitado. Negué con la cabeza y me reí, hasta invitación VIP me había dado.
Era obvio que me había visto en el supermercado ese día.
—¿Y cómo te sentís, ha estado todo bien? —Cuestionó. —¿Ya sabés si es nena o nene? ¿Le pusiste nombre?
Me reí y negué, a lo que él sonrió y negó.
—No te riás, mala. Contestame. —Dijo mientras se acercaba más a mí.
—Me he sentido muy bien, exceptuando que te extrañaba demasiado. Aún no se puede ver si es nene o nena, y no, no pensé en un nombre aún. —Dije y él asintió.
—Yo también te extrañé. —Dijo antes de apoyar su cabeza en mi pecho. —Ey, tenés más grandes las tetas.
—¿Que decís? —Lo empujé haciendo que se reincorpore.
Él se rió. —Es enserio, bebé. Conozco bastante tu cuerpo como para no darme cuenta. —Dijo aún mirándolas, haciendo que me sonroje. —Igual han crecido solo un poco. ¿Ya te sale leche?
Largué una carcajada al ver lo curioso que era.
—Dejame ver. —Dijo el acercando sus manos a mi cuerpo pero le di un manotazo.
—Quedate quieto, Mateo. Aún no me sale leche, solo un poco. —Dije y él alzó ambas cejas, haciéndome reír por lo que podría estar pensando.
—Y la panza. —Dijo él.
Tenía aún el vestido del disfraz de anoche así que tenía que levantármelo para poder mostrarle mi panza.
Pero bueno, Mateo conocía ya bastante mi cuerpo como para andarme con giladas.
Me levanté el vestido y le dejé ver mi panza, no se notaba mucho el embarazo a estas alturas, pero tampoco estaba tan en forma como antes.
Él me miró a los ojos antes de mirar mi panza y poner su mano en ésta. Una sonrisa se dibujó en su rostro, la más tierna que habré visto.
—Me muero, Oli. Quiero que nazca. —Dijo rápido riéndose.
Yo me mordí el labio inferior mientras sonreía. Mateo era un bebé.
—Prestame ropa, porfa. —Le pedí.
Él asintió antes de sacar una maleta de debajo de su cama y sacar una pantaloneta y una camisa gigante.
—Facheras las dos, yo creo que te van a quedar... —Se mordió el labio y luego rió antes de pasarme las prendas.
Yo me saqué el vestido completamente para poder ponerme la ropa, y sí que me quedaba grande.
—Que iba a hacer yo donde no te volviera a encontrar, boluda. Me preocupaste mucho desapareciendo así. —Dijo él antes de abrazarme.
—Perdón. —Dije y él negó.
—Na, dejame, soy un gede repitiendo todo esto. No me pidás disculpas, solo me asusté un tanto. Pero ya estás aquí. —Dijo y depositó un pequeño beso en mi cuello. —Ahora vamos a tu casa y traemos tus maletas.
—¿Qué? No. —Dije rápido a lo que él alzó una ceja.
Seguramente creyendo que todo estaba mal en mi casa.
Pero aún teníamos mucho que hablar.
Holiii.
Mateo ansioso por ser papá me emociona jajajaja.