Mateo
—¡Mateo! ¡MATEO!
Me giré a mirar asustado a Ignacio, que parecía que hubiera visto a un fantasma, y me puse mucho más nervioso al no ver a Santi en sus brazos.
—¡¿y Santi?! —Pregunté alarmado.
—¿Cuál Santi? —Dijo aun con esa expresión de shock.
Le pegué en la cabeza y él sacudió la cabeza.
—¡Tu hijo, pelotudo! —Le grité y él negó.
—Está.. está.. una manzana..
—¿A una manzana? —Cuestioné sin entender.
—¡Vi a Olivia! —Exclamó.
Mi ceño se frunció. —¿Qué decís, loco?
—¡S-sí!
Agarré sus hombros y lo sacudí.
—Calmate, eh. —Le dije mirándolo a los ojos. —¿Dónde está Santi?
—Pa.
Miré abajo y me tranquilicé al ver a Santi tocando mi pierna. Sonreí antes de levantarlo en mis brazos.
—Bebé. —Besé su mejilla. —Tu papá es un pelotudo.
—Mateo te juro que la vi. —Dijo Ignacio, por suerte más tranquilo.
Al principio no le tomé la palabra, pero era tan insistente que los nervios se apoderaron de mi cuerpo pensando en si podía ser cierto.
—Explicate. —Dije y miré hacia atrás del pasillo.
—Ya se fue, pero era ella, solo que un poco cambiada. Estaba más robusta para lo que es ella, tenía el flequillo como en la secundaria. Y estaba comiendo un hotdog con una niña. —Dijo.
Yo largué una carcajada y negué con la cabeza.
—Sabés, eso te pasa por haberte quedado jugando call of duty hasta tarde. —Seguí riéndome pero él no se reía. —Dale, Nacho. Olivia, gorda, con flequillo y comiendo hotdog. —Ennumeré con mis dedos. —El flequillo capaz, pero ella cuida demasiado su físico y menos va a comer algo tan grasoso como un hotdog. Viste a una rubia bonita nada más. —Me reí de nuevo, aunque terminé riendo amargamente.
Habría sido genial que fuera ella pero nada que ver.
—Si vos decís. —Dijo Ignacio y se dio vuelta ofendido para luego irse a otro lugar del supermercado.