Me estaba riendo con Ignacio mientras trataba a su vez de estar pendiente de Olivia.
Bueno, me había dado cuenta de que sí que podía divertirse, a tal punto que no paró de tomar y ahora estaba muy ebria.
—Estuvo bueno, pero nos fue mejor en el partido anterior. —Dijo Ignacio y asentí con la cabeza.
—Si también creo. —Me reí. —Lo mejor fue la patada que le metiste al árbit..
Vi a Olivia a mi lado tratando de pararse pero la sostuve del brazo reteniéndola.
—Olivia, quedate ahí. —Dije serio volviendo a sentarla.
—¿Por qué es..tás serio? —Preguntó con un puchero.
Tuve que ponerme serio porque no paraba de tratar de irse ignorando lo que le decía, solo porque se lo decía amigablemente. Y no es porque me crea alguien en su vida para mandarla, sino porque estaba ebria y no quería que le pasara nada.
Me quedé en silencio mirándola. Se veía muy distinta ebria.. se veía tan inocente y pequeña.
Olivia era muy bonita, y los últimos días conociéndola, me di cuenta de que.. bueno, sigue teniendo una actitud de mierda, pero, que no le pertenece.
Ella es muy vulnerable, y, aunque no le tengo pesar, quisiera ayudarla.
Vive encerrada en un mundo equivocado por alguna razón, y quisiera sacarla de allí.
Mi idea no era dejar pasar su actitud de mierda, mi idea era mostrarle que no la necesitaba.
A Ignacio incluso al principio le disgustó la idea de hablarle, pero hace un rato me comentó que le empezaba a agradar aunque estaba un poco loca.
—No.. no eres mi papá. —Se cruzó de brazos.
Sonreí y reí ligeramente.
—Ay, boludo, yo creo que ya caíste. —Dijo Ignacio divertido negando con la cabeza.
La sonrisa en mi rostro se borró.
—¿Qué decís? Claro que no. Solo mirala, parece una niña. —Dijo Ignacio.
—¿Y qué es si no? —Preguntó él alzando una ceja.
—Vos sos una niña. —Dijo Melisa y fruncí el ceño mirándola mal. —Matea.
Ignacio soltó una estruendosa carcajada y yo bufé.
—Ya, no da gracia. —Dije rodando los ojos.
Giré a mirar a otro lugar y vi en seguida como Laura se acercaba a mi.
—Está buena la fiesta. —Le dije.
—No creo que la estés disfrutando cuidando de la nenita. —Dijo ella rodando los ojos y yo reí.
No le cabe Olivia, porque bueno, es extraño que de por sí Olivia le agrade a alguien. Y no es porque las personas sean prejuiciosas, ella nunca da la oportunidad de que la conozcan.
Pareciera que tuviera un letrero en la frente en rojo que dijera "Si me hablas te mato".
Mucho menos le cabió que la trajera a una fiesta en su casa, y tampoco le había agradado que la haya llevado a la cancha.
"No es el tipo de persona para vos, Mateo". Fue precisamente las palabras que me dijo.
No lo malinterpreten, no es que ella gustara de mi, únicamente es como la hermana nuestra, y nos cuida a cada uno.
Siendo que no le agrada para nada Olivia, no le gustaría que yo me acerque a ella. Casi podría ser que la odiara.
Como sea, no se debía poner así porque yo solo buscaba una amistad con Olivia, y.. cuidarla un poco de lo que sea que la pone tan mal.
—La disfruté. Aunque creo que ya me voy a ir. —Dije levantándome.
—Uh, amigo. Creí que te quedabas a amanecer. —Dijo Ignacio.
Laura asintió y yo negué con la cabeza.
—Debo llevar a Oli a la casa. —Dije y ella levantó una ceja haciéndome sonreír. —Y preferiré esta vez ir a mi casa.
—Como quieras. Ve con Dios. —Dijo Ignacio y asentí.
—Te quiero. —Dijo Laura.
Olivia parecía que estaba dormida.
—Vamos. —Le toqué suavemente el hombro.
—¿Ya son las siete? —Preguntó.
—Son las cuatro. —Dije levantándola de su lugar.
—Ah, creí que ya tenía que vestirme. —Dijo riendo.
Laura rió suavemente y negó con la cabeza.
—Que piba, Dios. —Dijo antes de irse.
—Vamos a casa. —Le dije y ella asintió con la cabeza.
Ni siquiera abría sus ojos.
Puse su brazo alrededor de mi hombro y pasé mi brazo por su cintura para sostenerla.
Caminé a través de la multitud para llegar a la salida, y al llegar respiré tranquilo al no verme rodeado de tantas personas. El aire era frío y fresco, era el aire de la madrugada, el más frío de todos.
Agradecí que Olivia tuviera puesta su campera porque de otra forma tendría que darle la mía, y tampoco quería chuparme todo el frío.
Le puse la mano a un taxi y en cuanto paró la subí al auto para luego subir yo.
—A.. —Me di cuenta que no me sabía la dirección de su casa. —Oli, ¿podemos ir a mi casa? Te llevo luego de una siesta a la tuya.
Ella negó con la cabeza.
—Tenemos que ir a la mía. —Dijo y abrió un poco sus ojos por fin.
—¿Por qué? —Pregunté. —¿Tus papás no se enojan si te ven así?
Ella asintió con la cabeza.
—Pero tengo una entrevista a las ocho. —Tragué seco sin saber si era cierto.
Ayyy, ¿qué piensan?
Lo hice larguito y probablemente actualice otro, ¿les parece?<3