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Me desperté de la siesta, me había acostado a dormir porque claro que había llegado cansada del viaje, al darme vuelta y mirar hacia la ventana me di cuenta que ya era de noche.

Me levanté de mi cama y me miré al espejo. Me senté frente a este y comencé a sacar el maquillaje, nunca fui insegura estando sin éste porque siempre me he parecido hermosa, sin embargo, se notaba en mis ojeras lo agotada que había estado con lo de los últimos días.

Le escribí que lo perdonaba y aun así no le importó, quizá ya realmente a él no le importaba esto y solo me hacía ver como la mala a mí.

Bueno, eso también había hecho antes; así que, ¿por qué me sorprendía?

Quizá Georgina era más linda que yo.

Cerré mis ojos y negué con fuerza, incluso aunque Mateo la eligiera a ella no significaba que yo era fea o que ella era más linda que yo.

Él simplemente era un idiota.

¿Busca a la chica que más linda le parezca? ¿Me habrá querido porque le pareí bonita solamente?

Tiré el pañito a la basura y entré a Instagram para de una vez por todas desactivar mi cuenta. No la pensaba usar en mucho tiempo.

Me levanté de la silla y caminé esta vez hasta el closet, miré allí la carta que él me había hecho. Me vi tentada a tomarla, a leer de nuevo esas palabras que alguna vez me destrozaron, pero enseguida me negué a hacerlo y simplemente me cambié para ponerme ropa más cómoda.

Salí de la habitación y bajé las escaleras, caminé a la cocina y hallé ahí a mi mamá.

—¿Cómo estás? —Pregunté.

—Bien. —Respondió sin mirarme. Olí el tocino que ella freía e increíblemente mi boca se hizo agua. Le echaba la culpa al embarazo por su puesto. —¿Cuánto te quedas esta vez? —Dijo por fin mirándome y logrando que mis ojos volvieran a conectar con los de ella.

—Mucho. —Le dije.

—¿Mucho es cuánto? —Rodó los ojos y miró de nuevo a la paila.

—Nueve meses. —Pronuncié y por más que quise hablar bien, mi voz se quebró un poco.

Ella se dio vuelta mirándome con los ojos abiertos, las lágrimas rodaron por mis mejillas y ella abrió la boca, se notaba que trataba de hablar pero las palabras no salían de su boca.

—No puede ser. —Dijo y yo asentí mientras llevaba mis manos a mi rostro para limpiar mis lágrimas.

Ella apagó el fogón suspirando y me miró. Puso sus manos en sus caderas haciendo forma de tetera, miraba su rostro esperando que me dijera algo pero ella solo me miraba como en shock.

—Vení. —Habló y salió de la cocina.

Yo salí de la cocina para seguirla y enseguida me di cuenta que íbamos para el patio.

Ella cerró la puerta de éste y se sentó conmigo en las sillas que habían allí.

Yo comencé a jugar con mis manos nerviosa bajo su atenta mirada.

—¿Cuándo lo supiste? ¿Cuántos tienes? —Preguntó.

—Lo supe hace dos días, estoy de tres semanas. —Dije y ella y alzó las cejas.

Ella asintió con el ceño levemente fruncido.

—¿Y quién es el papá? —Cuestionó.

—Se llama Mateo, y es el pibe con el que me escapaba cuando estudiaba. —Le expliqué. —Él también vive en Italia porque es futbolista.. —Sollocé. —Pero no sabe que estoy embarazada porque nos peleamos y no creo que volvamos.

Ella me miró algo preocupada y no pude evitarlo, cerré los ojos y la abracé, pero solo cuando sentí sus brazos apretarme a ella me dejé ser, lloré tratando de sacar todo.

—Por favor, te necesito. Perdoname por no haber estado para vos, por no haber estado para vos en tu embarazo, por haber sido tan distante e indiferente. —Dije tratando de hundir cada vez más mi rostro en su pecho.

Estar con ella y sentir su calidez era algo que siempre quise, pero siempre había sido tan orgullosa que simplemente me permití vivir con ese vacío ahí, pero ya no lo soportaba más.

—Perdoname vos, Olivia. —Escuché su voz que denotaba que lloraba también, pero no me permití mirar su rostro, solo quería abrazarla fuerte y que el dolor en mí corazón se esfumara. —Las dos hicimos las cosas mal, Adrián llegó en un momento de mi vida en el que estaba atravesando demasiada tristeza, me sacó de ahí y estaba tan enamorada que me cegué y te hice a un lado. Perdón porque me di cuenta y no hice nada.

Yo seguía llorando, sabiendo que ambas la habíamos pasado muy mal y que éramos tan orgullosas que habíamos dejado que todo de fuera al carajo.

—Te amo. —Escuché esas palabras que solo hicieron que mi llanto aumentara.

Era lo único que necesitaba escuchar.

—Yo más..

Ella alejó mi rostro de su pecho y miré su camisa mojada, sentí sus manos en mis mejillas comenzar a limpiar delicadamente mis lágrimas; solo ahí dirigí mi mirada a sus ojos.

—Podés estar acá el tiempo que querás. Aunque estén peleados deberías decirle al papá del bebé, y sea cual sea la respuesta de él sabés que no les va a faltar nada y que claro que contás conmigo. —Dijo ella antes de depositar un beso en mi frente que me dio toda la paz que necesitaba.








Creo que Olivia necesitaba esta reconciliación.

Mess [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora