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—Te presento a Román. —Dijo Mateo cuando llegamos a su auto. —Mi chófer.

—¿Quién lo diría? Mateo Palacios con un chófer. —Dije y él alzó los hombros.

Su chófer nos miraba en silencio, seguramente porque era italiano y no entendía nada de lo que decía.

Cuando Román abrió la puerta entré atrás y luego de mí, Mateo.

—Buen auto. —Le dije y él sonrió con una expresión agrandada que me hizo reír.

De qué tonto me vine a enamorar.

—¿Comes más que antes? —Cuestionó.

Alcé los hombros. —A veces cambio de dieta y termino comiendo cosas diferentes y así, pero no me considero que coma más que antes.. ¿por qué? ¿te parece que estoy gorda? —Me alteré.

—¿Eh? No, no. Nada que ver, estás buenísima como siempre. —Dijo él rápidamente y yo alcé una ceja.

—¿Como siempre?

—¿Qué? ¿te vas a hacer la sorprendida? Si sabés que siempre me has parecido hermosa. —Dijo y yo alcé un hombro.

—Eso no me dijo Santi. —Dije provocando que el frunza el ceño.

—¿Santi?

—El bebé de Ignacio. Me contó que por ahí dijiste que yo era fea. —Dije y Mateo me miró sorprendido. —¿Creíste que no me iba a dar cuenta?

—Que casualidad que lo mismo me dijo Santi, ¿andás diciendo que soy feo? —Dijo él y yo alcé una ceja.

—No sé..

—Decí que soy lindo. —Dijo y yo reí.

—No sos lindo. —Lo miré obvia y él alzó una ceja. —Precioso sos.

Cuando dije esto sus ojitos se pusieron brillantes y una sonrisa se instaló en su rostro.

—Pero.. nena, me podés tanto cuando te ponés tierna. —Dijo acercándose a mí.

Llegamos. —Habló Román estacionando el auto y haciendo que yo me aleje.

Román se bajó del auto seguramente para abrir nuestra puerta y Mateo tomó mi rostro antes de plantar un beso corto en mis labios.

—Niña hermosa. —Dijo y yo sentí el calor en mis mejillas antes de bajarme del auto.

El aire frío chocó contra mi rostro, miré al frente y sonreí al ver el restaurante que había elegido.

—Muy de mi gusto. —Dije mirando a Mateo a mí lado, él no me miró, miraba el restaurante con una sonrisa.

Sin decir nada puso su mano mi cintura y sin decir una sola palabra comenzó a caminar conmigo así hasta dentro del restaurante.

Quería sacar su mano, pero no lo hice, dentro de mí me gustaba que estuviéramos así.

—Hacete el boludo. —Fue lo único que dije.

Él se rió y negó con su cabeza. —Callate.

En cuestión de minutos nos mostraron la mesa que le habían reservado a Mateo, era en un segundo piso y al lado de una ventana que nos dejaba apreciar el hermoso paisaje que nos brindaba la noche.

—¿Ensalada? —Preguntó Mateo mirando el menú, mientras el mesero nos servía un poco de vino.

—Quiero eso y.. pollo. —Dije y le enseñé en el menú el plato que había elegido.

—Que arriesgada. —Dijo y lo miré mal porque sabía que me estaba descansando.

Mateo y yo pedimos y gracias al cielo no tardó mucho en llegar.

—Entonces.. ¿cómo estuvo todo en tu vida estos último años? —Preguntó

—Y, normal. Estuve en Argentina con mi mamá cuando nació mi hermana. —Dije y él alzó ambas cejas.

—Me había olvidado. —Dijo sorprendido.

—Liz se llama. —Dije con una sonrisa.

—Debe ser hermosa, ¿cómo llevás eso? —Preguntó.

—Bien, tipo, me puse muy histérica antes pero.. haberme ido de mi casa me hizo muy bien, y de vez en cuando la veo, la amo mucho, le mando ropa que le hace Marceline. —Dije.

—¿Marceline?

—Mi diseñadora.. —Recordé su rostro pálido. —¿Querés que hagamos videollamada ahora con Liz?

—Sí. Me encantaría. —Dijo sonriente. —Y la hacemos con Santi, ¿no?

—Sale. —Tomé del agua en mi copa.

—Ey, ¿te imaginas que crezcan y se gusten? —Dijo Mateo con una sonrisa.

—Santi es menor, ¿no? —Dije y él asintió.

—En poco cumple los tres. —Dijo él yo asentí.

—Igual nada que ver, eh. Cuatro años y ya estamos planeando con quién va a estar. —Dije riendo y él asintió.

—¿Y vos qué onda con el amor estos años? —Preguntó él.

—Nada, nunca me interesé en eso. —Dije sincera. —Me enfoqué en la carrera únicamente. Además, con el humor que me cargo no paso de garche.

Mateo se rió y yo negué con la cabeza.

—¿Y vos?

—Lo mismo, también trabajé mucho en mi carrera. —Dijo él y yo asentí.

—Ah bueno. —Miré el plato vacío.

—¿Y nosotros? —Pregunté.

—¿Nosotros qué? —Dije mirándolo.

Él sonrió y alzó sus cejas antes de desviar su mirada levemente sonrojado.

—¿Le mandamos a eso? —Cuestionó antes de mirarme, dejando mi corazón retumbando en mis oídos.







Holaaa. Disculpen la tardanza): me estoy mudando, estudiando y además me quise enfocar en Hell para terminarla. Pero ya estoy aquí y vine para quedarme jsjssjs<3

¿Cómo fue su semana, estrellitas? ¿Bien o mal? Recuerden que las amo, las amo siempre.

Estoy muy contenta porque enfocarme en una sola fic me sirve mucho, me sirvió con Hell y ahora que estoy aquí me siento muy inspirada.

Mess [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora