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—¿Te tardás más? —Dijo él cansando desde el otro lado de la línea.


—Estoy terminando de organizar algunas cosas. Si me dejás terminar tranqui te consiento hoy cuando llegue. —Le dije.


—Mmm, ¿cómo me consentís? —Dijo él.


—¿Cómo querés? —Pregunté.


—Bueno, vos sabés. —Dijo y yo negué con la cabeza desde donde estaba.


—Dale, Mateo. —Rodé los ojos aunque no pudiera verme y oí su risa de fondo.


—No me sirve, tengo que dormirme temprano para el partido de mañana.


Ese era un factor muy importante, ignorando el hecho de que Georgina era la invitada especial a ese partido.


¡Ignoremos ese hecho, por favor!


—No me pienso tardar tanto. —Dije y le hice una seña al señor cuando vi que había regresado, para que supiera que no me tardaba.


—¿No me podés decir dónde estás? —Preguntó y yo reí.


—Luego voy Mateo. —Dije riendo.


—Bue', re gracioso. —Cortó.


Resoplé y guardé el celular en el bolso. No debía estar flasheando, creo que más bien se ponía ansioso porque sabía que le ocultaba algo.


Y claramente lo hacía.


—Firmás aquí, y aquí. ¿Ya hiciste la consigna? —Preguntó.


—Recién la hice. —Dije sacando mi pluma.


Firmé los papeles y el hombre nuevamente se fue para guardarlos seguramente; por suerte no tardó mucho así que segundos más tarde se encontraba de nuevo frente a mí.


—De nueve a doce va a estar reservados para ustedes. Obviamente el restaurante no va a estar en uso el día de mañana porque desde hoy van a trabajar en la decoración. —Dijo él. —¿Un color en especial?


—Mm, azul. —Dije.


A Mateo le gustaba mucho el azul.


—Claro. —Apuntó. —Voy a dejar flores blancas en la mesa. —Dijo y yo asentí.


Estuve un rato más aclarando como sería todo mañana. En cuanto terminara el partido iba a invitar a Mateo a comer y entonces aquí le iba a pedir que fuéramos novios.


Tomé un Uber bastante costoso para que no me tomara fotos ni dijera nada al respecto, así llegué sana y salva hasta el hotel.

Mess [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora