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Me sonreí al espejo, me veía realmente linda, al menos yo estaba muy conforme con como me veía y eso me hacía muy feliz.


Me organicé toda la tarde y ahora estaba ya en el restaurante, no había tomado el celular en todo el día y realmente no me había hecho falta, porque en realidad ni siquiera tuve tiempo.


El hermoso y costoso restaurante estaba completamente vacío, solo había una mesa en la mitad del extenso espacio y era la nuestra. Una luz azul decoraba el espacio y habían cortinas blancas con azules cubriendo las paredes, parecían de seda pero no lo podía asegurar, solo se que estaba todo demasiado lindo.


En el centro de la mesa había un ramo de rosas blancas que hacían lucir más bonito y tranquilo nuestro espacio, quería que todo se viera bien en nuestro entorno y en el pequeño espacio de privacidad.


Mis ojos se desviaron al reloj cuando oí la música de la radio, eran las nueve en punto y Mateo siquiera me había dado señales de vida.


Quería llamarlo pero probablemente con los nervios que tenía no sabría modular una sola palabra.


Incluso por si no era capaz de hablar había escrito una carta, porque esta noche se lo decía sí o sí.


Y no me sorprendería que los nervios le ganaran, había estado sudando todo el día, mis manos transpiraban, mi corazón latía demasiado rápido y mi estómago amenazaba con soltar todo en cualquier momento.


—Estás muy linda.


Miré al frente cuando oí la voz, estaba tan absorta en mis pensamientos que no me di cuenta de en qué momento llegó la pequeña.


—¡Luciana! —Gritó el dueño del lugar y me pidió disculpas con la expresión.


La niña caminó hacia su papá mirándome mientras yo seguía como en shock.


Gracias..


Saqué el celular y le marqué a Ignacio, un pitido, dos.. tres, no contestó. Sentía la acidez en mi garganta.


Me estaba dando mala espina todo, y las ganas de sentir el vino en mi boca me consumieron.


—¿Me das una botella? —Pedí.


El mesero que estaba a un lado asintió y caminó a la cocina para segundos después volver con este y una copa, sirvió de esta demostrando su eficiente servicio.


Él se iba a ir pero me tomé el atrevimiento de tomarlo del saco.


—¿Sabés como quedó el partido del Milán? —Pregunté y él sonrió.


—Ganaron. —Dijo.


Tendría que ponerme feliz, pero por un momento pensé que él no había llegado porque se sentía mal.


Que pensamiento egoísta.


Miré la copa y la llevé a mi boca luego de suspirar.


Lo olvidó, ya está.







3/? Seguimos o ya es suficiente? 

¿Les gustan los espacios entre los textos? Me parece que es bonito pero capaz  y no xd.

Mess [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora