—Bueno, chicas. Están hermosas. —Dijo Maicol apareciendo por fin en el lugar.
¿Por qué había llamado a tantas?
—A ver, con quién me quedo. —Dijo mirando a cada una de nosotras y traté de verme lo más bonita y fresca posible. —Mmm..
Yo sentía que mi corazón se salía de mi pecho.
—Me gustan ustedes dos. —Sonreí cuando me señaló y luego, a otra chica.
Maldije dentro de mi al ver que era la idiota de los tacones.
—Me gustan tus sacones. —Sonrió. —Más los tuyos. —Me elogió y y sonreí mirando de reojo a la chica que fingió una sonrisa, que se veía muy forzada a mi parecer.
Puse mi mano en una barra de metal y ahogué un grito cuando se cayó.
—Esa barra no es para apoyarse. —Resopló el hombre. —No quiero a chicas que hagan desastres, necesito brillo. —Se quejó. —Me quedo contigo. —Señaló a la otra piba, que parecía explotar de emoción.
Yo sentí mis ojos picar, no había sido tan grave. Lamí mis labios un poco y me di la vuelta para salir corriendo de ese lugar. El pasillo se llenó por el sonido de mis tacones, con los que me apresuraba a salir.
Solté un chillido cuando llegué a la puerta del lugar y pude ver como llovía fuertemente. Tenía el cabello alisado y por el afán que tenía, me había puesto un rímel cualquiera y el maldito no era a prueba de agua.
Salí sin importarme esto y comencé a llorar bajo la lluvia. Para muchos era una estupidez, pero para mi era realmente importante. Me había sentido humillada por todos desde un principio.
Grité a mitad de camino cuando me deslicé en el liso suelo, a causa de la lluvia y caí en el piso.
Me levanté rápidamente mirando de lado a lado y por suerte no me había visto nadie. Eso pensé hasta que escuché una estruendosa carcajada desde una ventana.
Resoplé avergonzada y enojada, para luego comenzar a caminar con rapidez. Los pies me dolían horrible.
Ya estaba en el barrio, completamente mojada, cuando vi a la persona que menos me quería encontrar. Mateo Palacios me miraba levantando una ceja, apoyado en un muro mientras chupaba una paletita roja.
—¿Y a vos qué te pasó? —Preguntó divertido.
—Nada que te importe. —Solté enojada.
Este era el peor día del mundo.
—Dale, a lo mejor que te puedo dar una ayudita. —Dijo sacando la apetitosa paleta de su boca.
—¿Cómo? —Pregunté irónicamente mientras mis lágrimas volvían a salir. —¡¿Burlándote de mí? —Dije explotando.
Él se quedó paralizando mientras me miraba y solo seguí mi camino.
Mi mamá me iba a matar cuando llegara a la casa.
Creo que voy a estar actualizando aquí<3
