Dante estaba rojo en el auto, no dijo una sola palabra en todo el camino, lo cual me tenía hecha un manojo de nervios.
Por fin había llegado al hotel y eso quería decir que o me iba a decir algo ya o me iba a dejar ir.
—Te lo repetí treinta veces. —Dijo Dante mirándome a los ojos.
—No dije que sí. —Me hice la boluda.
—Eso insinuaste, ¡todas las redes lo tomaron como una confirmación! —Exclamó molesto.
—Y bueno, problema de ellos. —Dije y él negó con la cabeza.
—¡A mí me compete! ¡A mí! Soy tú manager, te doy las indicaciones para mantener tu imagen y te la pasas por el orto. —Dijo y yo fruncí el ceño.
—Bueno, eso también es mi problema, ¿no? —Dije enojada. —¡Andá donde Marceline y dejame en paz!
Él alzó ambas cejas.
—Sí, ya me di cuenta, tengo ojos. —Dije, aunque para mí no fue obvio, solo por Mateo y la prueba me di cuenta.
—Al menos ella y yo no salimos a decirlo al público. —Dijo haciéndome reír.
—A nadie le interesa sus vidas o sus parejas. —Dije burlona. —Me cansé, me voy.
—Pensá bien lo que haces porque podés ir arruinando tu carrera. —Dijo y alcé una ceja.
—¿Es una amenaza? —Alcé una ceja.
—Es una advertencia. —Dijo él.
Yo lo miré desafiante y me limité a salir del auto. Ni siquiera me molesté en cerrar la puerta del móvil, simplemente caminé dentro del hotel.
Subí al ascensor molesta, no se tenía que enojar tanto conmigo, podía ser famosa y lo que fuera, pero se trataba de mi vida.
Resoplé molesta y saqué el celular, quería mirar qué tan mal estaban hablando de mí para que Dante se enojara así conmigo.
Bufé y mordí mi labio inferior porque no eran muy buenos. Habían algunos que sí, hasta se podía decir que eran fans de la relación, pero las críticas llovían como una tempestad.
Llegué al último piso y al abrirse las puertas caminé rápido hasta el penthouse y abrí con facilidad.
Guardé el celular en mi bolsillo y antes de poder accionar nuevamente, sentí unos brazos sostener mi cintura. Por inercia miré a la persona frente a mí, encontrándome con Mateo que tenía una sonrisa gigante.
Me había olvidado de él de tanta rabia que tenía, y de cualquier manera habria creído que ya estaba con Ignacio.
—Creí que ibas a negarlo. —Dijo Mateo con una sonrisa.
Y todo mi enojo se esfumó, mis pensamientos, mis problemas, esa sonrisa valía la pena.
—No fui capaz. —Reí.
—Ojalá nunca nos hubiéramos dejado. —Dijo él con nostalgia, acariciando mi mejilla.
Ojalá nunca nos dejemos.
Holii<3
Probable que mañana actualice.
