Creerán que estoy exagerando, pero sentí dificultad para respirar todo el camino.
Por suerte el supermercado no estaba muy lejos, así que bajamos un par de cuadras y ya nos encontrábamos en nuestro destino.
—Agarrá todas las golosinas que vos querás. —Dijo Mateo a Emilio.
El pequeño me soltó con rapidez y con una sonrisa dibujada en su rostro, salió a correr por el pasillo.
Solté la mano de Mateo tratando de disimular mi nerviosismo.
—¿Vos querés tomar algo? Vení. —Dijo Mateo.
Lo acompañé por el pasillo hasta llegar a la nevera. Él tomó una botella de Coca y me miró.
—¿Te gusta? —Preguntó.
Negué. —No tomo gaseosas.
Él hizo una mueca.
—Me olvidaba, ¿no te aburren esas dietas estrictas? —Preguntó Mateo.
Agarró una botella de agua y me la pasó.
—Y, no.. —Mentí. Me quedé en silencio negando con la cabeza. —En realidad sí, a veces, aunque trato de enfocarme en lo que quiero.
Mateo ladeó un poco la cabeza.
—Está bien, mientras posta sea lo que vos querés, está re piola pelear por tus sueños. —Dijo y yo sonreí. —Te admiro, tenés muy buena disciplina.
Cuando caí en su mirada sobre mí, volví a sentir mis mejillas arder.
No, no me puede ver sonrojada.
Me di la vuelta de forma brusca y me reté internamente.
En serio me preguntaba, ¿había alguien más torpe que yo?
—Eh, ¿pasó algo? —Preguntó Mateo que se puso en frente de mí.
Que vergüenza.
—Nada, es que hace mucho calor. —Dije y seguidamente puse aquella botella en mi mejilla.
—¿En serio? Acá hay aire acondicionado, tengo la piel de gallina del frío que tengo. —Dijo Mateo.
Maldije internamente.
—La menopausia debe ser, vos sabés. —Dije riéndome.
Mateo frunció el ceño y yo pasé saliva.
—¿Pero eso no da como a los cuarenta, boluda? —Preguntó confundido.
Eh..
Imité su gesto y negué.
—No, que decís. Créeme, Mateo, yo se de estas cosas y pueden dar cuando menos te lo esperes. —Aseguré, aunque claro que mentía.
—Ah, ¿y eso no es peligroso? porque tendrías que ir al médico si lo es. —Dijo preocupado.
—No, no es peligroso. —Dije y sonreí. —No te preocupes por mí, Mateo.
—Ya tengo todo. —Dijo Emi apareciendo a nuestro lado.
Tenía una canasta llena de dulces y muchas más cosas, entre ellas..
—¿Sos boludo o qué, enano? —Se rió Mateo. —Miralo con ganas de tomar ya.
Me reí al ver que había puesto dos latas de cerveza en la canasta.
—Solo era para probar un poco. —Se quejó el más chico.
—Ni en pedo. Emi, ya vas a tener tiempo para tomar de éstas, igual por experiencia te digo que no son lo más apetecible, eh. —Dijo Mateo mientras íbamos a la caja.
—¿Y voy a tener novia como vos? —Cuestionó.
Miré de reojo a Emilio.
Basta, no me iba a dejar intimidar más por esta situación.
—Mateo no tiene novia, y dudo que la tenga en un futuro, no ves que es re feo tu hermano. —Le dije a Emi a lo que éste rió.
Mateo alzó ambas cejas como diciéndome “¿ah sí?”.
—Tratame así que ya vas a venir después. —Dijo a lo que me reí.
—Que decís, si sos re feo vos. —Dije.
—Te vas a querer morir cuando me veas de novio. —Dijo a lo que largué una risa seca. —Es posta. Y te va a sorprender más ver quien va a ser mi novia.
No sabía que era peor, si su mirada fija en mí, o sus palabras que daban mucho que pensar.
Buen día<3