—¿Qué.. decís? —Dije confundida.
Él apretó el volante con fuerza.
—No sé, vos todo te lo tomás como un juego. —Dijo él. —Siempre desde pequeña haz ignorado todo lo que te digo, como me trato. Siempre me ha gustado esa nena antipática que ves desde la lejanía que odia todo a su alrededor. —Sonrió triste. —Me gustás aunque ese odio lo hayás expresado más de una vez hacia mí.
Me quedé en silencio mirándolo sin poder creer lo que decía. Era cierto, nunca le creí nada de lo que dijo, siempre lo vi como un chamuyero.
Cuando íbamos a las reuniones de Adrián, Camilo siempre se hacía el galán conmigo, pero nunca pensé que en serio le gustaba. Mas allá, pensé que quizá lo hacía por nuestros padres.
No sabía que decirle.
—Tenés razón, no pensé que fuera en serio. —Dije.
—Ya que, no creo que cambie nada ahora si decís que vas enserio con ese pibe. —Dijo mirando al frente. —Solo odié mucho lo que acabás de hacer.
—Perdón, no pretendía hacerte sentir mal. —Dije. —No creí que te fuera a hacer sentir mal.
Sí lo hice a propósito como para aclarar que estaba con alguien pero no contaba con que yo le gustara a Camilo.
—Ya fue, nena. No sé, me hizo explotar. —Dijo Camilo antes de continuar con el viaje.
Miré por la ventana sin saber muy bien si debía decir algo más o dejar ya el tema quieto.
—Tenés razón. —Dije antes de mirarlo.
Camilo no lo hizo ya que ocupaba el volante, así que solo seguí hablando por mi cuenta.
—No cambia lo que siento por él, porque de verdad ha logrado enamorarme. —Dije.
—Olivia no quiero saber eso..
—No, escuchame. —Dije tomando aire. —Quizá esto no sea lo que habrías deseado escuchar pero lo voy a decir igual. También tenés razón en que he sido una hater, he vivido días difíciles y realmente me odiaba hasta a mí misma.
—Estoy seguro de que sí, no pretendía juzgarte..
—No es eso. —Lo interrumpí. —No siento lo que sentís por mí, pero voy a decirte algo que no te dije antes.
—Está bien.. —Dijo él, me miró por unos segundos antes de mirar de nuevo al frente.
—Antes me era muy difícil expresar lo que pensaba o sentía porque era muy insegura, sentía que tenía que estar todo el tiempo a la defensiva y no confiaba en nadie. —Le dije. —Así que nunca te dije que siempre me agradaste, eres un idiota, pero me agradás.
Él se rió y yo sonreí.
—Quiero decir, los otros chicos son unos imbéciles, y siempre estuve agradecida porque fuiste amable conmigo. —Dije.
—Me alegra que hayas podido decírmelo. —Dijo él.
—Sí, esa persona me ha ayudado mucho en eso. —Dije y él me miró con una sonrisa triste.
—Supongo que te hace bien, así que eso me hace feliz. —Dijo antes de estacionar.
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¿Cómo van, les gusta el maratón?