153

2.1K 210 25
                                    

—Soltá eso un rato, ¿no? —Rodé los ojos.

Estábamos comiendo y como todo el día, Mateo tenía el celular en la mano.

Él me miró de reojo y siguió tecleando.

Bufé y me enfoqué en mi comida.

—Perdón, bebé. El técnico me tiene estresado, como estoy acá sin pedir permiso y se dio cuenta..

—Lo resolvés cuando lleguemos.

—Es que es muy importante.

—Bue, a mi me despidieron y dejé que me chupara un huevo. —Dije mientras enterraba el tenedor con fuerza en el pequeño trozo de pollo.

—Vos lo decís así exactamente porque ya te quedaste sin trabajo. —Dijo él.

Yo fruncí el ceño y él pasó saliva mirándome.

—Digo..

—Claro, ayer me dijiste que no le diera bola a eso y ahora vos tenés todo el derecho. ¡Y sabés que sí! Si podés darle bola a tu trabajo. Total el tuyo sí importa y el mío no. —Dije molesta antes de levantarme de la mesa.

—Oli..

No lo oí porque preferí salir de ahí enojada.

Es que enserio, cuando me estresé por mi salida involuntaria en la agencia él se lo tomó con calma y me invitó a que yo hiciera lo mismo para que disfrutáramos las vacaciones.

Además no se que tanto puede discutir con su jefe, y menos con una sonrisa en su cara.

Que se joda.

—Hola. —Me senté al lado de Leo.

Él me dedicó una sonrisa.

—¿Estás mejor? —Pregunté mirando su pierna.

Anoche su tía había venido para ayudarlo y dijo que no era grave. Mateo igual le pagó.

—Sí, ¿vos? —Preguntó y yo alcé una ceja.

—¿Yo? —Cuestioné confundida.

—Tenés carita de que estás aburrida. —Dijo él.

Yo apreté mis labios entre sí.

—Sí, que se yo, no sé que hacer. —Dije alzando los hombros ligeramente.

Él hizo montoncito con su mano y yo reí.

—¿Viste lo que es la casa? Podés hacer de todo. —Dijo él.

—¿Como qué? —Dije yo.

—Olivia.

Leo y yo miramos a Mateo que al parecer había terminado de comer.. o de chatear.

—Vení. —Dijo mirándome.

—Luego voy. —Le dije sin importancia.

—Es que necesito hablar con vos. —Dijo un poco serio.

—Bueno, hablamos luego. —Recalqué la última palabra.

Mateo frunció levemente el ceño antes de subir las escaleras.

Miré a Leo y él no dijo nada al respecto, cosa que agradecí en silencio.

—Y entonces... ¿qué podemos hacer? —Pregunté.

—Bueno, está la cancha, el billar.. el bar. —Dijo él.

—Me gusta el bar. —Dije y él rió.

—¿Por qué no vamos a jugar tenis? —Propuso.

—Nunca he jugado tenis. —Dije.

—Bueno, yo te enseño.








Hola bellezas<3

1/3

Mess [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora