Olivia
—Ya voy. —Me miré al espejo.
Se notaba apenas un poquito mi barriga, pero se notaba. Mamá me dijo que a ella se le empezó a notar la barriga a los tres meses también. Bueno, yo cumplía tres meses en una semana.
No veía necesidad de usar una camisa ancha, al final no de me notaba mucho.
—Estás más gorda, Olivia. —Dijo Liz entrando a mi cuarto.
Mis ojos se mojaron y la miré.
—¿En serio? —Dije y ella alzó ambas cejas al verme triste.
—Solo un poquito. —Dijo.
—No puede ser. —Puse mis manos en mi cara.
—Te despeinaste el flequillo. —Dijo ella.
Yo me miré al espejo aún triste y me arreglé el flequillo. Sí, me lo corté.
Como si fuera sorpresa, siempre me la tomo con mi cabello y me corté el flequillo; aunque a mí personalmente me gustaba mucho como me quedaba.
—¿Me cambio de ropa? —Pregunté.
—Así estás bien. —Dijo ella y suspiré.
“Así estoy bien”.
Asentí con la cabeza y sonreí al ver que ella también estaba lista.
—Vamos. —La tomé de la mano.
Era domingo y le había prometido a Liz que la llevaría a comer y luego al parque.
—Nos vemos. —Saludé a Adrián que estaba en la sala.
Luego de haberme reconciliado con mi madre, le pedí disculpas a Adrián y él a mí, más que todo por hacer la paz.
Fue como un borrón y cuenta nueva.
—Que les vaya bien, cualquier cosa me llamás, eh. —Dijo él yo asentí.
Salí de casa con Liz para comenzar a caminar por el barrio, los últimos dos meses me he vuelto a adaptar a la ciudad y el barrio.
Muchas veces me despertaba muy temprano así que aprovechaba para salir a caminar un rato.
Amaba este lugar.
—Ahí quiero comer. —Dijo ella y sonreí recordando ese lugar.
Fue donde comí ahí un hotdog antes de ir al parque y compartir mi primer momento bello con Mateo, ese día que me salvó de mi soledad.
Suspiré, aún no desaparece de mi mente y dudo que lo haga un día.
Más si voy a tener un hijo suyo, siempre pienso en lo difícil que podría ser ver a Mateo en la cara de mi hijo o hija.
Entré al lugar con Liz y mi boca se hizo agua con el olor.
—Dame dos. —Ordené y el señor asintió.
—Creí que no comías cosas grasosas. —Dijo ella.
Me hice la sorda para no sentirme mal, y simplemente esperé el hotdog.
Gracias al cielo no tardó mucho, y aunque vi que estaba demasiado grasoso no pude evitar comerlo muy contenta.
Algo dentro de mí reprochaba mis acciones, pero es que mis antojos me podían.
Luego del embarazo iba a tener que rescatarme o iba a terminar con un físico que no quería.
Mientras comíamos el hotdog íbamos bajando hacia el parque, la verdad se me estaba haciendo corto el camino y agradecía mucho eso.
—Quiero algo de tomar. —Señaló un minimercado que había en frente.
Asentí diciéndole que caminara hacia allí, yo iba a su lado bastante entretenida comiendo el hotdog.
Cuando entramos fuimos directo a la zona de bebidas, ella tomó una Coca-Cola y aunque no me sintiera demasiado sana por ello, tomé una botella de agua.
—Ni siquiera es de la marca que me gusta. —Dije.
Alguien me chocó y yo me fui un poco para adelante pero alarmada busqué estabilidad y me mantuve de pie, con miedo de caer en mi estómago y poderle ocasionar un daño al bebé.
Enojada me di vuelta dispuesta a insultar a quien fuera.
—¡Pelotudo, estoy e..!
—V-vos..
Puse el hotdog tapando mi cara al darme cuenta de que no era nada más ni nada menos que Nacho.
Sin darme tiempo a pensar jalé del brazo de Liz y salí corriendo hasta la caja, puse un viaje de dinero allí y salí del establecimiento.
Mi hermana tenía mirándome sin entender y yo frené sino cuadras después.
¿Qué rayos hacía Nacho ahí? ¿Y Mateo estaba ahí también?
¿Desde cuándo estaba? ¿O estaban?
—Vamos al parque. —Me trajo de vuelta a la tierra mi hermana.
—Hoy no v-va a ser..
Con una pequeña de mal humor regresé a mi casa y por suerte estaba mi mamá. Ignoré a Liz que se quejaba de mí con Adrián y tomé el brazo de mi mamá para llevarla a la cocina.
—¡Creo que Mateo está acá en Argentina! ¡Me encontré a su mejor amigo y me vio! ¡Le va a decir que estoy aquí! ¡O peor aún, que estoy embarazada! —Cerré los ojos con fuerza casi sollozando.
Mi mamá abrió los ojos y luego me miró amenazante.
—¿Qué dijiste, señorita? —Me señaló con su índice, culpándome de algo.
—¿De qué? —Cuestioné sin entender.
—¡Me dijiste que ya le habías dicho, Olivia!
Apreté mis labios entre sí y pasé saliva.
Sí, mi mamá me había insistido con que le dijera a Mateo pero no era capaz, así que preferí decir una pequeña mentira.
“Ya le dije, y me dijo que no me quería volver a ver nunca, que ese bebé no era suyo”.
—Ups.. mentí. —Dije y ella negó con la cabeza.
—¡Tenés que decírselo, Olivia! ¡Tres meses de embarazo tenés! ¡Ese hijo no es solo tuyo, no seás egoísta!
Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas y asentí.
—Se lo voy a decir. —Dije.
Sí quería, pero me aterraba tanto. Ni siquiera sabía por donde se lo iba a decir, porque no iba a activar mis redes sociales.
¿Sería bueno buscar a Pedro?
Creo que es el último de hoy.<3