—P-pero, ni siquiera traigo nada. —Dije apenas pude hablar. —¡Mi celular!
—No se que te gusta pero agarré una maleta, un montón de ropa tuya, tu celu y dos pares de zapatos. Si te falta algo lo compramos allá. —Dijo y yo seguía sin captar del todo la situación.
Es decir, estaba dormida, todavía necesito terminar de despertarme.
—No te quejés que la vamos a pasar de diez los dos. Yo la paso bien solo estando con vos y yo me encargaré de hacerte sentir bien a vos. —Dijo haciéndome sonreír.
—Que lindo señor. —Dije y él sonrió para luego acercarse y besar mis labios con total confianza.
Yo correspondí el beso gustosa mientras sentía como su cuerpo se acercaba al mío y me ajustaba a la puerta del auto.
—Linda.. —Dijo en medio del beso y yo sonreí antes de fruncir un poco el ceño al sentir como mordía mi labio inferior.
Lo alejé y miré sus labios gruesos que se encontraban brillantes por la saliva. Él juntó sus labios con los míos esta vez para darme un pequeño beso.
Esta vez yo le tenía que pedir que fuéramos novios, me callé al ver a Mateo no ahora, iba a planearlo para que fuera bien especial.
No tardamos en llegar al aeropuerto que por suerte no estaba muy lleno ya que estaba tarde, sin embargo, seguíamos corriendo un riesgo.
—¿Qué hacem..? —Me callé al ver a Mateo sacando una campera. —¿Qué hacés?
Él me miró con una sonrisa antes de ponérsela en su cabeza cubriendo un poco su rostro.
—Vení.
No pude ni terminar porque él me abrazó y puso una mano en mi cabeza escondiendo mi rostro en su pecho. Solté una carcajada cuando él comenzó a caminar conmigo así. Solo mostramos nuestros rostros a quiénes era debido para poder abordar el avión y rápidamente subimos a los puestos de primera clase.
—¿Estás enojada? —Preguntó Mateo cuando estuvimos sentados.
—No. —Dije y él me miró dudoso.
—Entonces no crucés los brazos ni te quedes así seria. —Dijo él.
—Solo pienso en lo que pudiste haber empacado, estoy preocupada. Ni siquiera debes haber empacado tangas. —Resoplé.
—Mejor. —Dijo y yo lo miré seria. —Hasta te podrías ir sacando la que tenés puesta.
—¡Ey! —Lo empujé levemente y él tomó mi cintura acercándome a él.
El espacio de primera clase era bastante grande, lo suficiente para que los puestos estuvieran bastante alejado uno de otros, y mejor no había casi nadie.
—¿Te la sacas o te ayudo? —Preguntó cerca de mis labios.
Jelou mi gente. Bueno, ya tengo preparado todo lo del viaje, cosas buenas.. cosas malas.. hmm.
