Estaba jugando con Santi en mis piernas mientras Ignacio y Mateo veían un partido.
Lo veía a Mateo mirarme de a ratos, yo le dedicaba sonrisas y seguía jugando con Santi.
—Pa'. —Llamó Santi y ambos chicos giraron a mirar al nene. —Pa'. —Señaló a Ignacio.
Ignacio se levantó ya que el niño le extendía los brazos y lo levantó.
—¿Qué, ya te cansaste de la mamá? —Dijo mirándolo y él asintió.
Yo me crucé de brazos.
—Ni lo quería cargar, eh. —Dije haciendo que Ignacio y Mateo rían.
Mateo apagó de una el tele y se acercó a nosotros.
—Linda. —Me dijo Santi y volví a sonreír.
—La más linda. —Dijo Mateo antes de de besar mi mejilla. —Esta mamá es mía, Santi.
El bebé frunció el ceño y miró a Ignacio haciéndonos reír.
—¿Tu mamá? —Dijo el bebé y Mateo rió más negando con la cabeza.
—Mi mujer. —Sin esperar nada tomó mis cachetes y me robó un beso.
Santi nos miró sorprendido y volvió a mirar a Ignacio.
—Son unos atrevidos, bebé. —Dijo su papá riéndose antes de irse a su cuarto.
Yo miré a Mateo y él miró al techo y yo alcé una ceja.
—¿Qué pasa? —Pregunté.
—Tengo algo para vos. —Me dijo él sorprendiéndome.
—¿Qué? —Dije “tranquila”, por dentro estaba bastante ansiosa.
—No te voy a decir. —Dijo él y yo fruncí el ceño.
—¿Y para qué me decís eso entonces? —Dije rodando los ojos antes de caminar al sofá para sentarme ahí.
Esperaba que Mateo se viniera conmigo pero no llegó. Me di vuelta a mirar y ya no estaba.
Que malo.
Rodé los ojos y miré el calendario, tenía ahí actualizada toda la agenda, la tenía llenísima. Parecía que Dante lo hiciera a propósito.
Entré a Instagram y bajé, aunque no avancé mucho porque vi una foto de Georgina que tenía el like de Mateo.
Me salí y resoplé.
Me sobresalté al sentir a Mateo sentarse a mi lado de pronto.
—Ya te voy a decir que es. —Dijo y yo lo miré soberbia. —Solo si me decís que sí.
—Na, primero decime. —Le dije mirándolo y él relamió su labio inferior antes de negar con una sonrisa. —Aceptá primero.
—¿Cómo voy a aceptar algo que no sé? —Dije obvia.
—Pero yo se que te va a gustar. —Dijo y yo lo miré insegura. —Dale, amor.
—No me podés decir así, es trampa. —Dije y él sonrió antes de mostrarme unos tiquetes de avión.
Alcé ambas cejas al ver que era a Sicilia, una región italiana hermosa.
—¿Esto..?
—Vámonos una semana. —Dijo él con una sonrisa.
—Mateo..
—Porfa, estoy muy estresado aquí. —Hizo una mueca. —Y quiero pasar tiempo con vos.. darle a eso fuerte. —Dijo haciéndome reír.
—Pero vos estás sancionado, yo sigo trabajando. —Dije.
—Y por una semana no se va a acabar el mundo. —Dijo mordiéndose el labio.
—Le tengo que preguntar a Dante. —Sonreí pero él rodó los ojos.
—Escapémonos. —Dijo él y yo reí.
—Dale, Mateo. No estamos en el colegio. —Dije recordando cuando nos escapamos del colegio.
—Dale. —Dijo y se acercó a mi oído. —Además que te hacés.. —Dijo y sentí un escalofrío en mi cuello al sentir su aliento en mi oído. —Si querés estar allá conmigo para que te haga de todo..
atrevidO.