Al ver su rostro hermoso mi corazón se fue encogiendo, al igual que yo, me sentía intimidada ante su presencia allí.
Mi corazón dolía, ¿en serio ese bonito rostro era la fachada de un rompecorazones?
Mateo estaba sentado en el piso, su rostro denotaba su cansancio, estaba prácticamente mirando a la nada hasta que nos vio y se levantó rápidamente como un resorte.
Sentía el nudo en mi garganta querer estallar mientras él me miraba con preocupación.
¿Qué le pasa?
Es un idiota.
—Olivia. —Dijo caminando hacia nosotros.
A mí no me salía ninguna palabra, no sabía si insultarlo, o llorarle porque lo amaba demasiado.
Cuando sentí las lágrimas desbordar de mis ojos escondí mi rostro en el cuello de Luciano que aún me cargaba.
—¿Estabas con ella? ¿Qué le hiciste? —Preguntó algo enojado Mateo.
Quería mandarlo al carajo, pero ahora me sentía tan débil. Me golpeé internamente, si tan solo no hubiera tomado.
—Fui a recogerla porque estaba demasiado ebria. —Fue lo único que dijo Luciano.
—Gracias.. —Escuché a Mateo decir luego de un largo silencio. —Ya te podés ir, yo la llevo a la cama.
Negué con la cabeza aún allí oculta y me aferré con fuerza a la camisa de Luciano.
—Creo que ella no quiere. —Dijo él.
—Es porque está ebria, hermano. —Dijo Mateo y enseguida sentí como sus manos quisieron sujetar mi cuerpo pero me bajé rápido de los brazos de Luciano.
Miraba hacia la pared porque ni siquiera tenía valor para mirarlo a él. Me desconocía, era una Olivia ebria y rota delante de Mateo, así probablemente habría actuado hace unos años si él hubiera estado frente a mí.
—Puedo ir sola, estoy bien. —Dije tratando de caminar pero me costaba.
Cuando casi caigo sentí las manos de Mateo sostenerme, y su mirada en mí.
—No seás terca. —Me llevó hasta la puerta y me hizo sostenerme de la pared.
Sus manos rebuscaron en mi bolso hasta que halló la tarjeta y abrió la puerta.
Yo estaba apoyada en la pared y pude ver su expresión seria, como un papá que demandaba a su hija que entrara.
Yo no era su hija. Fruncí el ceño queriendo verme intimidante.
Caminé hasta la puerta con mi poco equilibrio y entré.