Terminé de desayunar y hablar con Dante, habíamos organizado mis fechas siguientes.
Solo tenía hoy libre, mañana el partido, el viernes en la noche la fiesta y el domingo comenzaba la semana de la moda.
Si lograba completar correctamente eso, existía la posibilidad de que luego pudiera tener una semana de vacaciones en las que vaya a Buenos Aires.
—¿Me abrís la puerta? —Dijo Dante ya que estaba recogiendo un pilar de papeles.
Asentí con la cabeza y abrí la puerta.
En seguida vi a Mateo con Ignacio y el bebé en sus manos.
—¿Cómo que no conseguiste niñera? —Le dijo Mateo.
—Se me pasó, boludo. —Dijo Ignacio nervioso.
—Me va a matar el D.T —Dijo él estresado.
Yo me crucé de brazos apoyada en la puerta.
—Por eso los gays no deben tener hijos. Porque los hombres no sirven de nada. Un pibe inútil con otro pibe inútil. —Dije desde ahí antes de negar con la cabeza.
Ambos me miraron.
—Cuanta homofobia. —Dijo Ignacio, mientras Mateo me miraba.
Dios.
Mateo miró a Ignacio y éste lo miró también.
—Olivia. —Me habló Mateo.
Yo lo miré con una ceja levantada y él sonrió. Mi corazón se aceleró al verlo sonriendo.
No había cambiado el maldito, seguía siendo igual de lindo, y su cuerpo estaba más trabajado.
—¿Podés cuidarnos al bebé? —Dijo Mateo.
Fruncí el ceño. Tenía muchas razones para no aceptar eso.
Primero, no me gustan los niños.
Segundo, no le tenía que hacer favores a Mateo.
Tercero, no iba a cuidar al hijo de Mateo con Ignacio.
De solo imaginar que cuando nos separamos Ignacio lo consoló.. y quizá terminaron mirándose fijamente hasta... ¡¿besarse?!
Dios, no es que fuera homofóbica, pero me perturba pensar en que el chico que me gusta le guste su amigo.
Quiero decir, que me gustaba, tiempo pasado.
—No. —Respondí secamente.
—Dale, Olivia. Solo por hoy. —Dijo Ignacio mirándome.
Sonreí forzadamente. —Ni aunque quisiera, soy una persona tan ocupada como ustedes dos. —Hice una mueca de pena.
Justo ahí salió Dante.
—Nos vemos, Olivia. Disfrutá tu día libre. —Habló caminando al ascensor.
Cerré los ojos, por favor que no sepan italiano.
—Así que día libre.. —Habló Mateo burlón, usando un perfecto italiano.
—Detesto los niños. —Dije.
—A Emi lo querías. —Dijo al toque.
—Exacto. —Dije mirándolo obvia.
—A él también lo vas a querer. —Dijo y sin pedir mi autorización entró a mi casa.
—¡Ey! —Reproché pero antes de poder decir algo más Ignacio también entró. —¿Qué se creen?
Mateo se adentró hasta mi habitación y yo lo seguí molesta.
Miré como ponía al bebé en la cama.
—Dejá de hacer eso. —Dije cruzada de brazos.
—¿Qué? —Dijo mientras ponía el bolsito del bebé a un lado.
—No somos amigos, Mateo. —Dije seria.
Él se dio vuelta y me miró.
—Nosotros tenemos algo que hablar. —Dijo.
Mi corazón se aceleró, había pasado demasiado tiempo como para hacer que ese tema reapareciera.
—No lo creo. —Dije.
Él sonrió. —Vos sabés que sí..
Sin decir más, besó la mejilla del niño y salió de la habitación.
En la sala nos esperaba Ignacio que parecía estar divisando todo.
—No sé cuidar bebés. —Dije.
—Solo dale de comer, boluda. Si nosotros somos capaz, vos más. —Dijo Mateo.
—Tratalo bien. —Me advirtió Ignacio.
—Lo voy a ignorar todo el rato. —Dije.
—Olivia. —Me miró Ignacio serio.
—Y si llora lo voy a tirar por la ventana. —Alcé los hombros.
Mateo rió. —Seguí haciéndote la mala que sos más buena que el pan.
Yo fruncí el ceño.
—En ambos sentidos. —Susurró Ignacio, pero lo oí igual.
Mateo lo miro mal y su amigo hizo una mueca.
—Mejor me voy a despedir del bebé. —Dijo él antes de pasar a mi habitación.
Una confianza estos dos.
—¿Y desde cuando sos padre? —Dije yo.
—Es de Ignacio. —Dijo Mateo.
Ah, no creí que fueras gay, para nada.
—Te quiere mucho, parece. —Dije.
—Sí, vivimos juntos, es obvio que me va a querer. —Dijo él mirándome fijamente.
Tomé aire y suspiré al darme cuenta que estaba manteniendo una conversación con él.
Me dí la vuelta y me fui para la habitación.
Me esperaba un día agotador.
Holaa, vengo a disculparme por no haber terminado el maratón ayer, lo intenté pero no me dio el tiempo. 🥺😔
Ya sé que soy alta intensa, pero ésta les gusta?