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Mateo había quedado en venir por mi, acepté porque me emocionaba la idea.

Claro, se lo comenté con bastante indiferencia, pero en realidad en mi cabeza sonaba bonita la idea de que él viniera por mi, además se veía bastante preocupado por el hecho de que saliera tan tarde sola.

Le pedí que nos viéramos donde me dejó la última vez, a una cuadra de mi casa.

Me estaba organizando en mi cuarto, me puse un vestido de seda rojo ajustado y sin mangas.

Me quedaba bastante bien, no por ser egocéntrica.. o bueno sí.

Me miré al espejo sintiéndome hermosa y salí de la habitación.

Traté de hacer el menor ruido posible aunque usara tacones y de esa forma salí de casa.

—Ya estoy. —Dije cuando Mateo contestó.

—Mirá si te voy a creer, estoy esperándote aquí. —Dijo y yo sonreí.

—Me refiero a que ya estoy lista, estoy yendo hacia allá. —Corté la llamada.

El clima era claramente frío, era media noche y las calles vacías me recordaban a la noche anterior y a todos los sucesos vividos.

¿Qué me estaba pasando?

Ahora me escapaba de casa continuamente. Bueno, esta era la tercera vez, pero parecía ser el indicio de un asqueroso hábito.

Solté una risa seca al ver la silueta de Mateo, él estaba allí parado de espalda a mi, estaba mirando en dirección equivocada.

Sonreí y me apresuré hasta estar cerca de él, y aunque me habría gustado darle un susto, el ruido de mis tacones chocando con el pavimento avisó mi presencia.

Él se dio la vuelta y entonces me miró, yo caminé hasta él y me sentí feliz de ver en sus ojos como me había vestido. La indecisión de sus manos por como posicionarse hacían relucir sus nervios.

—¿Estoy linda? —Pregunté.

Él sacó su mirada de mi cuerpo, el cual inspeccionaba con detenimiento. Sus ojos se fijaron en los míos y yo sonreí.

—Sí.. bueno, estoy seguro que lo sabés. —Dijo comenzando a caminar.

Yo lo seguí con un bufido.

—Se que ya lo sé, pero a veces es lindo que te lo diga alguien más. —Dije y él asintió.

—Ya te lo dije. —Dijo y yo asentí rodando los ojos. —¿Cómo podés usar eso? —Señaló mis tacones.

—Puedo usar cualquier cosa con tal de verme linda. —Dije y él sonrió, parecía divertido y enternecido a la vez.

—No lo dudo. —Dijo y yo alcé los hombros. —¿Cómo te has sentido últimamente?

Me sorprendí ante su pregunta.

—¿Te importa? —Cuestioné.

—Por algo pregunto, ¿no? —Dijo y yo asentí.

—S-sí, solo que es raro.. 

—¿Por qué? —Preguntó.

—Porque peleamos todo el tiempo, incluso luego de lo del parque.. no somos amigos. —Dije y él frunció el ceño.

—¿No somos amigos? —Negué lentamente con la cabeza mirándolo fijamente.

—Digo, ¿lo somos? No creí que lo fuéramos porque..

—¿Porque no lo he pedido? —Rió. —¿Querés una invitación formal para ser mi amigo?

—Un contrato estaría bien. —Dije seria y el me miró incrédulo, yo reí entonces. —Es joda, Mateo.

Él rió. —A veces sos una tonta.

Sin pensarlo la fiesta ya se encontraba frene a nosotros.

—¿Querés ser mi amigo? —Me animé a preguntar.

Jugué con mis manos nerviosa, no sé por qué me hacía tanta ilusión.

Mateo rió escandalosa y mi corazón se encogió de nervios.

—Olivia, solo necesitás querer a alguien para ser su amigo.. no se lo tenés que pedir. —Dijo y yo asentí.

¿Por qué no entrábamos a la fiesta?

Seguíamos simplemente ahí parados hablando.

—¿Y vos me querés? —Pregunté.

Mateo me miró y tomó mi brazo antes de comenzar a caminar dentro de la fiesta.

—Claro que te quiero. —Dijo.

Mordí mi labio inferior tratando de no sonreír aunque fue imposible.

Mateo frenó el paso y me miró con una sonrisa antes de acercarse a mi oído.

Sí, me había puesto nerviosa en extremo.

—Te quiero matar.. —Susurró antes de reírse, ganándose una mala mirada de mi parte.








Holas<3

Mess [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora