Presentando.

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 -Su alteza.- la pareja llega a ellos después de estar parados en medio del salón por más de cuarenta minutos. –Muchas felicidades. –escuchando exactamente los mismo. –Mucho tiempo creí que el príncipe sería un solterón.

-¡Zemo! –el acompañante le regaña de inmediato. –Lo lamento mucho, su alteza.

-Por supuesto. –Steve sigue sorprendido por la declaración del primer sujeto, pero hay una sonrisa cordial en el rostro de James y está saludando con muchísimo entusiasmo al sujeto que ofrece las disculpas. –Que gusto de verte, Samuel.

-¿Por qué no puede recibir yo ese saludo? –alega quien minutos atrás fue retado.

-Porque lo primero que le dices a mi prometido es qué pensabas que yo sería un solterón, primo. –le saluda también. –Querido, permíteme presentarte a los duques de Sussex, Helmut Zemo y su esposo, Samuel Aiden-Wilson.

-Es un gusto conocerles. –le sonríe un poco más tranquilo. –Muchas gracias por sus felicitaciones.

-El gusto es enteramente nuestro. –declama el duque Helmut. –No sabe la curiosidad que nos embargaba por conocerle, su alteza.

-James ha hablado mucho de usted en sus cartas. –agrega Samuel. –No deja hablar de su belleza y de sus adorables modales.

El príncipe James se llena de color bajo su atenta mirada.

-Es sin duda bastante afortunado. –continua Samuel. –Sus palabras, que sí bastantes e hiperbólicas, estaban en lo correcto.

-Que infeliz más afortunado. –interrumpe el duque. –Aparte de arreglarte un matrimonio y facilitarte la vida, te dan un compañero precioso.

-Gracias. –ironiza Samuel y entrecierra la mirada hacia el duque.

-Creo que pagarás carísima esta noche tú afortunado comentario.

Steven está en pánico y por lo tanto se queda callado, paralizado, procurando fingir que no escucho las palabras del duque, pero siguen ahí y para los otros es como si nada.

-Relájate. –James coloca una mano sobre su espalda, acerca su cuerpo y le murmura con suavidad. –Ellos son de extrema confianza.

-Y también el fruto de un matrimonio arreglado. –murmura cómplice Samuel.

-Que fue un poco menos obvio. –el duque ya tiene un copa en la mano. –Así que relájese, su alteza.

Sonríe. Asiente y se queda ahí, sintiéndose como un intruso. James ha movido la mano de su espalda y ahora sujeta la suya. Han estado así desde que esa celebración comenzó, no más de una hora, pero su mano entre la de James se siente como si estuviera allí por años.

Los miembros más importantes de aristocracia inglesa están ahí. Se acercan de uno en uno y de dos en dos a darle las felicitaciones. El anuncio fue hace cuatro días, así que la fiesta no se hizo esperar. Aunque también hay miembros de la realeza austriaca, miembros que saluda con inclinaciones de cabeza porque no tiene nada que decirles.

El príncipe Anthony llega cuando cree que todos los invitados han terminado de entrar y felicitarles.

-Excelente trabajo. –alegre. –Cualquiera diría que son una autentica pareja. –divertido.

-Tony, por favor. –regaña James. –Helmut y Samuel ya han crispado los nervios de Steven, no molestes más.

Como si les hubieran invocado, la anterior pareja reaparece y junto a Tony se dedican a rememorar historias, de cuando eran niños o simplemente a juzgar el atuendo menos favorecedor de los otros invitados. Steven no tiene historias que contar, no tiene comentarios que hacer y se dedica a asentir cuando un invitado le ve y le sonríe.

-Tiene que estar bromeando. –musita Tony y todos dirigen la vista hacia donde el príncipe les indica.

En el salón entra una mujer y acapara toda la atención. Steven observa que sus pasos son silenciosos y calculados. Lleva un vestido celeste, contrastando con el verde de sus ojos. Su piel es de blanco nácar y su sonrisa, aunque triste, ilumina gran parte del lugar.

El vestido ondea en cada paso, disimulando bastante bien el embarazo, que Steve calcula de cinco o seis meses. Los ve a ellos, pero es natural, son el motivo de la reunión. Aunque Steve también nota que las miradas del resto rebotan entre ella y James.

-¿Quién es? –se dirige a Tony. Porque James ha perdido un poco de color y ha soltado su mano.

-Su alteza. –llega antes que Tony piense la respuesta que dar. Se inclina ligeramente, saluda primero a James. –Es un placer verle después de tanto tiempo.

-Opino lo mismo. –el príncipe se ve recuperado, pero en su rostro se ve la incomodidad. –Permítame presentarle-

-Al príncipe de Austria. –interrumpe ella. – Es un honor conocerle finalmente. –la mujer extiende la mano y la toma de inmediato. –Soy Natasha Rhodes Romanoff.

-Es un placer. –su piel es fría y el aroma que desprende es finísimo. Toda la sala guarda silencio y Steven siente que es el único que no sabe que es lo que realmente sucede.

-El coronel Rhodes, mi esposo –aclara para quienes no lo saben. –se encuentra de misión. Envía sus felicitaciones.

-¿Por eso vienes sola? –Tony esconde la afilada sonrisa detrás de su copa.

-No podía rechazar una invitación enviada por su majestad la reina. –responde con la misma ferocidad.

Steven comienza a sentir el aire espesar. Está a punto de opinar cuando una persona de servicio se acerca y excusándose, pide su atención. Habla bajo y le dice que un regalo muy personal y privado le espera en la segunda habitación, es por parte de su padre.

-Vuelvo en seguida. –se despide y sigue casi corriendo al servicio. No quería seguir ahí y que mejor manera de salir que imaginarse que es su padre, aunque sea imposible. 

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora