Podría.

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-Entonces... -Tony observa como el príncipe termina de acomodar la corbata de lazo. Es negra con delgadas líneas rojas y azules, resalta con la camisa blanca y el blazer negro. - ¿Le has perdonado?

Steven cierra el único botón del blazer. Se estiliza su cintura, la delgadez de su cuerpo es admirable. -Lo estoy pensado.

-Vamos... -suplica un poco. - ¿No le has hecho sufrir ya bastante?

-¿Te mando a interferir por él? -Tony a veces olvida que Steven es un chico listo, muy listo.

-No. -asegura. -Es solo que estoy harto de oír sus lamentos.

Están en el palacio de Buckingham. Esa noche es la cena de gala por la visita real del Rey de Francia. El evento se celebra a veinte minutos de distancia y ya ha comenzado, pero por costumbres, la realeza debe ser la última en llegar.

-Lo siento por ti.

-Bien, no estás nada accesible hoy. -ve como Steven le rueda los ojos en el espejo, hábito que ha copiado, obviamente. -Te veo allá.

-Nos vemos, Anthony.

Tiene que cruzar dos estancias para poder salir al pasillo. Quisiera decir que es evidente que le ha perdonado, pero con Steven no se puede estar seguro sobre qué siente exactamente.

Abre la puerta. Sale y se paraliza. Su majestad el rey está de pie, a dos pasos de distancia, trae la corbata de moño desecha y en sus ojos esta ese característico brillo que le obliga a paralizarse.

- Bonsoir, votre altesse. -dios, tiene la desfachatez de hablarle en ese idioma tan perverso. -Estaba por tocar la puerta.

-Su majestad. -recapacita y hace la inclinación correspondiente. -Sí, yo ya me iba.

-Por favor, te he dicho que puedes decirme Peter. -le tortura. -Iba a pedirle a Stevie que me ayudara con el nudo, pero ya que estás aquí, ¿te importaría?

Es un desgraciado infeliz, manipulador y es desvergonzadamente guapo. Es un presumido, aunque claro, con esos ojos, esos labios y esos lentos y calculados movimientos, cualquiera sería un presumido.

-Por supuesto. -pero él también es un conquistador, jugador y manipulador. Da un paso y se asombra que la diferencia de altura se intensifique. Toma los extremos de la prenda y se coloca de puntillas para no tener que tirar de la misma. -Será un placer.

Peter no le dice nada. Le observa mientras lucha por no tirar con fuerza del pedazo de tela y terminar con eso. El rey se ve tranquilo, las cejas se ciernen sobre los ojos un poco, sus labios están entre abiertos y su respiración es pausada.

-Hueles exquisito. -declara. Dos vueltas más y saldrá de ese magnetismo.

-Es el perfume-

-No, no el perfume. -le interrumpe. -Tú.

¿Debería decirle gracias? Podría contestarle con su típico sarcasmo, hacer un chisme, huir. Sus manos trabajan solas y terminan el moño. -Listo.

- Puis-je t'embrasser? -ese idioma tiene que tener algo. El modo en que retuerce la lengua para hacer una palabra.

-¿Qué?

Muchas veces su madre le dijo que debía poner mayor interés en una lengua extranjera, así tendría mayor facilidad para comunicarse. Ahora se pregunta qué diría su madre al ver que ya le interesan las lenguas extranjeras, sobre todo cuando se presiona contra la suya y le obliga abrir más la boca.

Los dedos del rey se hunden en su cabello. La mano libre le pega más a su cuerpo, se presionan con fuerza contra su espalda y quiere llorar. Los labios son expertos, succionan con ímpetu. La lengua es inquieta, barre toda su cavidad y se restriega contra la suya. Es tan sucio, húmedo y jadea.

Ha besado muchas bocas. Le han besado también. Pero no hay punto de comparación. Todo en el rey hace que los otros besos pierdan valor y sean olvidados. Es posible que sea la fuerza con la lame sus labios, o tal vez porque lleva días anhelando poder sentir ese calor contra su cuerpo.

O podría ser la mano detrás de su cabeza que le gira como se le antoje. O es tal vez la otra mano que se desliza de su espalda hacia el sur, apretujando todo a su pasó. En el fondo de su estómago algo ruge, le ordena que se restriegue contra algo, con el rey de preferencia, porque es posible que muera.

-Dios... -jadea cuando le permite dar un respiro.

-Peter está bien. -y le suelta. Le vuelve a observar con fuerza y le da una sonrisa hecha de malcriadeces. -Gracias, por el moño.

Y le deja. En medio de un oscuro pasillo del palacio, con el riesgo que cualquiera pase y le vea no solo despeinado y abatido, sino más caliente que el jodido sol.

-Maldito. -le maldice con un gruñido.

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora